Parece que a todos los actores, en algún momento, les toca hacer una película con un psicópata, un producto comercial y de terror-suspense, que está muy bien filmada y consigue subir el caché de los futuros contratos. El problema es que prácticamente, está todo dicho en este género y casi es imposible sorprender al espectador. Es como si se hubieran realizados todas las combinaciones posibles, y ya todo sea una repetición, solo que con actores diferentes. Angelina Jolie ya aportó su granito en el género con “El coleccionista de huesos”, pero ahora vuelve a la carga con este film, en el que interpreta a una agente del FBI que va a Canadá para ayudar a atrapar a un peligroso psicópata que “roba” las vidas de sus víctimas, haciéndose pasar por ellos.
Técnicamente, el primer film de D. J. Caruso es una pequeña maravilla: montaje ejemplar, fotografía tenebrosa, con tonos ocres realmente lograda, pero al habitual realizador de la serie televisiva “Smallville” se le ha olvidado lo más importante en una cinta de estas características: el suspense. Sencillamente, no existe suspense alguno, porque a partir de la mitad del film ya sabemos sobradamente quién es el asesino, y que sucederá al final, aunque nos intenten sorprender con un ridículo giro final. Lo más irritante del asunto, es que todas las “trampas” puestas por el guionista de la manera más burda para confundirnos, e intentar marearnos de la trama principal, no consiguen su cometido, resultando verdaderamente patéticos los intentos de esconder el final entre imágenes de diseño y una partitura de Glass que resulta algo enervante por lo repetitivo –volviendo al minimalismo musical más cansino-.
Quizás el elemento más apreciable de esta película sea el excelente reparto de secundarios, la mayoría de ellos franceses, ya que la acción se desarrolla en Canadá; Tcheky Karyo, Olivier Martinez y Jean-Hughes Anglade son lo mejor de todo el producto con gran diferencia, sin olvidar al gran Kiefer Sutherland, que ya se merece un buen papel protagonista. En cambio nuestra voluptuosa Angelina, parece haberse olvidado de sus registros dramáticos –que le hicieron ganar un Oscar por “Inocencia interrumpida”- y ya se ha convertido definitivamente en una mujer de acción, capaz de enfrentarse con los más difíciles retos físicos e intelectuales y salir victoriosa, con una hinchada sonrisa llena de seguridad y algunos mechones del flequillo que la adornen, como le pasa a Lara Croft.