Desde que “Fama” saltó a la parrilla televisiva, y más tarde el fenómeno “Breakdance” y “Flashdance” adornaron los sueños de muchos adolescentes, el llamado “sueño americano” en el mundo artístico se ha prolongado con otras muchas películas, que a modo de una versión cinematográfica de “Operación Triunfo” hacían creer a muchos incautos que todos podían ser estrellas de la canción, la música y el baile. Aunque los últimos filmes de este corte, como “Lapdance” no han funcionado demasiado bien en taquilla, y el rapero Eminem no vio triunfar sus “8 millas” –a pesar de Kim Basinger y el director Curtis Hanson- se ha seguido insistiendo en este género bastante manido y trillado, pero que encanta a un ferviente y seguidor público de una determinada música.
Al menos, hay algo realmente original en la película: a diferencia de muchos cantantes de rap y hip-hop, la protagonista no tiene un padre alcohólico que le pega, ni un hermano drogadicto, ni ha robado en ningún supermercado, y no ha estado en la cárcel, donde la han terminado de amargar. Sencillamente es una chica que intenta buscarse la vida en el mundo de la música, gracias a su talento como coreógrafa y cantante, pero lo va a tener un poquitín difícil, puesto que no acepta la propuesta de un avispado personaje que le propone el éxito mediante un intercambio carnal. La chica lo sigue intentando, trabajando de camarera y enseñando música y baile a un grupo de chavales, hasta que, como no podía ser de otra forma, llega su oportunidad.
El problema de la película, es que se está en un permanente “deja-vú”, o sea que parece que hayamos visto la película infinidad de veces, aplicando repetidamente fórmulas muy manidas, además de tener un dibujo de personajes bastante soso y plano. Los momentos en los que la música y el baile son protagonistas quizás sean de lo más lucido del film, que sube varios enteros cada vez que sencillamente no hay acción puramente cinematográfica, y todo se supedita a la capacidad artística de la protagonista, Jessica Alba, una estrella en ciernes a la que están intentando lanzar a través del cine, como primera aproximación. El director, un curtido realizador de videoclips de las más rutilantes estrellas del “pop” articula toda la historia sobre la chica, que ha de luchar incansablemente hasta lograr que reconozcan su talento, a pesar de todas las vicisitudes. Seguro que dentro de poco veremos a la tal Alba grabar un disco que será superventas, un videoclip que será premiado en la MTV y recogerá su correspondiente premio “Grammy”, intentando olvidar que hace unos años protagonizó la mediocre película que aquí nos referimos.