Ficha película

Título:
Niñera a la fuerza
Director:
Boaz Yakin
Intérpretes:
Brittany Murphy, Dakota Fanning, Marley Shelton, Donald Faison, Jesse Spencer, Heather Locklear, Wil
Calificación:
Crítica

Ahora que Jack Valenti ha abandonado la presidencia de la Asociación Americana de Cine, podríamos recordar sus propias palabras, aduciendo que las películas no sólo sirven para ganar dinero, sino además para ser el mejor vehículo publicitario de un determinado modo de vida, unas determinadas marcas de productos y una serie de iconos culturales que perpetúen la dominación de un determinado país en el inconsciente colectivo, tanto cultural como económico. Todo esto viene porque “Niñera a la fuerza”, bajo su manto de cine de “entretenimiento”, vano y vacío, tiene todas esas claves, como la inmensa mayoría de las producciones de grandes estudios de Hollywood. Tal es así, que casi no reconocemos a esos personajes fuera de la cultura norteamericana: la protagonista es la hija de unas estrellas de rock, que queda huérfana y se convierte en multimillonaria heredera, pero ¡oh, destino cruel! pierde toda su fortuna y sobre ella recae la gran tragedia de tener que trabajar para poder sobrevivir. Este mensaje, por otra parte completamente normal para la humanidad, puesto que la inmensa mayoría trabaja para comer, resulta un dramático acontecimiento de la vida de la “fashion-protagonista”, que ahora resulta que tiene que aguantar a otra niña no menos mimada, de una super-ejecutiva que no tiene tiempo ni ganas para cuidarla, y para lo que contrata a canguros, tras canguros, y así quitarse el problema de encima. Todo un modelo familiar de comprensión y educación, vamos.
No es porque los elementos de comedia no funcionen –que entre la descerebrada ensalada de “gags”, hay alguno que resulta-, ni porque la protagonista, Brittany Murphy esté ya desesperada la pobre buscando su estrellato –desde el fracaso con la película de Eminem “8 millas”, hasta el thriller con Michael Douglas “Ni una palabra” o la comedieta “Recién casados”-, sino por el subrepticio mensaje soterrado debajo de los envoltorios de colorines, trajes de marca, música pegadiza y guiños a la diversión: resulta que para ser feliz, hay que ser ricos, guapos, no dar ni golpe en la vida, y no tener responsabilidades ningunas, porque lo importante, es pasarlo bien, sencillamente. Evidentemente, la complejidad en el nivel de análisis está a gusto del consumidor, pero si vamos solo un poco más allá, nos daremos cuenta de que las películas como esta, además de su vocación de presunto entretenimiento –para quien las tenga-, tienen un claro sentido comercial, vendiendo todos esos elementos “fashion” que terminan por convertirse en artículos necesarios para muchos.


Federico Casado Reina



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