La llegada a Hollywood de un director no nacido en el país de las hamburguesas, puede ser muy florida, o por el contrario, puede significar el finiquito creativo más rotundo, cuando los ejecutivos imponen sus propios criterios para hacer más “comercial” un producto encargado a un “artista”, que al final, el pobre, no puede ejercer como tal. Por eso, cuando nos enteramos que el director de “Savior”, una de las reflexiones más crueles sobre la Guerra de Bosnia, se había metido en una gran producción con estrellas famosas internacionalmente como Slater, Kilmer o Daryl Hannah, no pudimos por menos que alegrarnos, por ver la aportación de este realizador curtido en la televisión, y que con dos largometrajes –“Mala” y la ya citada “Savior”- saltó a la palestra fílmica mundial. Pero -¡ay!- se confirmaron las peores sospechas con esta cinta, dirigida hace dos años, y que en los propios Estados Unidos –donde se produjo- ni siquiera llegó a estrenarse en las salas comerciales, sino que directamente fue al mercado de video, aunque los sesudos distribuidores españoles han creído conveniente estrenarla en España en las grandes pantallas. Claro que tampoco podía esperarse gran cosa de una cinta que fue tocada, retocada, montada y vuelta a montar para quedar al gusto de los jefecillos y ejecutivos de marketing que se creen con la posesión de la llamada “verdad comercial” y que intentan “adivinar” –sin conseguirlo, por supuesto- el “gusto” de los espectadores.
Tras haber visto “Atrapado por su pasado” de Brian de Palma, ya todas las historias sobre la redención de delincuentes se nos quedan cortas, como le sucede a la película que nos ocupa, y que cuenta cómo un ladronzuelo, tras cumplir una condena, vuelve a las andadas y se mete sin saberlo en un turbio y feo asunto donde también están implicados unos policías corruptos que también quieren sacar tajada del “negocio”. La historia de “el ladrón que roba a un ladrón…” es tan repetitiva, tan tópica, que la sensación de haber visto ya la película está presente desde el primer fotograma, por no hablar de los perfiles de los personajes, verdaderamente paródicos en unos registros extremos, maniqueos. Aunque las interpretaciones en general, es esforzada y voluntariosa, los esfuerzos quedan reducidos a pálidos reflejos de lo que podrían llegar a dar de si estos actores que ya han demostrado sobradamente su capacidad.
Esperemos que el nuevo proyecto de Antonijevic, una adaptación cinematográfica de la obra de Tenesse Williams “La noche de la Iguana” –que se estrenará el año que viene- tenga mejor fortuna que “Dinero sucio”, y que el serbio no termine como el mejicano Guillermo del Toro o el holandés Paul Verhoeven, que ya casi tienen cerrada la industria norteamericana para nuevos proyectos, habiendo además defenestrado todo intento de realizar algo medianamente “original” en la industria de Hollywood.