Julio Fernández, uno de los máximos capitostes de la distribución nacional con su grupo “Filmax”, emprendió hace unos años una iniciativa bastante interesante: realizar en nuestro país -España- todo ese tipo de películas de ciencia-ficción / terror que tanto prolifera en los USA, y que aunque no tengan demasiada enjundia, si que recaudan pingües beneficios en la taquilla de todo el mundo. El proyecto “Fantastic Factory” tiene como padrino -aparte del distribuidor catalán ya mencionado- al director Brian Yuzna, productor de film de género “gore” tan de culto como “Reanimator” o “Resonator”, amén de director de cintas tan perturbadoras como “El destista” o su mejor producto, sin duda “Society”. Los amantes del cine fantacientífico en general, nos frotábamos las manos por tamaño proyecto, de dimensiones internacionales, por aquello de aportar algo más interesante -la visión europea- a las descerebradas películas que el país de las hamburguesas producía en este género -o sub-género, como se quiera-. Pero, nuestro gozo en un pozo, no sólo no han sabido simplificar las variantes más aberrantes de la ecuación, sino que han replicado paso por paso todos los errores cometidos por los productos yanquis de este género.
El primer film de la “Fantastic Factory” ha sido el que nos ocupa, que revisita el famoso mito del pacto con el diablo, a través de una famosa adaptación de cómic de Tim Vigil y David Quinn, de la que sin duda es heredera en concepción visual y elementos de acción y terror. El problema, es que la literalidad a la fórmula -que ya se ha visto que comercialmente, funciona- está transcrita tal cual, sin complicarse demasiado, porque “¿para qué hacer otra cosa que la basura que funciona?”.
Y es una lástima: teniendo la oportunidad de crear una productora interesante en este tipo de productos -recordemos también a Jaume Balagueró, que con “Los sin nombre” añadió una nueva dimensión al terror europeo, también producido por Fernández-, todo se ha quedado en nada, porque este primer film es una auténtica apología de despropósitos: un guión espantoso -en efecto, da miedo pero no por otra cosa que por lo malo que es-, unos actores insufribles -desde la bombástica Mónica Van Campen, mostrando generosamente sus encantos, al modo del cine erótico de los setenta, a Mark Frost, un protagonista que no tiene nada de ello-, unos efectos especiales correctos pero mal ubicados y un refrito-plagio de todos los éxitos que hayan funcionado en el cine fantástico -con un “héroe” satánico que es primo de Batman y el lobezno de los “X-men”-. Qué lástima, qué locura, qué pena... al final, todo se ha quedado en una galería gore con sabor a sardana barata, con lo que el “contrato” propuesto por la “Fantastic Factory”... mejor rescindirlo.
|