Ficha película

Título:
Big Fish
Director:
Tim Burton
Intérpretes:
Ewan McGregor, Albert Finney, Billy Crudup, Danny DeVito, Helena Bonham Carter, Marion Cotillard, Al
Calificación:
Crítica

Con la excepción del comercial –e inútil- encargo de “El Planeta de los simios”, cada película de Tim Burton es un viaje a un singular universo interior, lleno de una deslumbrante imaginación, originalidad y dulzura. Los sueños de este visionario director han impregnado historias tan entrañables como la de “Eduardo Manostijeras” o la genial “Ed Wood” de una fantasía increíble, llena de magia. Y ahora en su nuevo film acomete de nuevo con otra historia no menos llena de leyendas y fábulas pero ¿así es como las cuenta Tim Burton? Cuando revivió a los personajes de los cromos que coleccionaba en su infancia en “Mars Attacks!”, o cuando llevo a la pantalla a uno de sus héroes de cómics de toda la vida en “Batman”, parte de la personalidad de Burton se integraba en los nuevos personajes, en las nuevas historias, pero lamentablemente, en “Big Fish” eso no ha sucedido, sencillamente, porque la fantasía en la que se intenta basar el film es bastante inferior a la del propio director: es cierto que la novela de Daniel Wallace, articulada como una serie de cuentos pequeños hilvanados sobre la base recurrente de la biografía de alguien tiene momentos muy bonitos y dulces –como la película, con un logradísimo virtuosismo visual, lleno de poesía- pero en este caso, ha sido como encorsetar la imaginación de Burton, como si pretendiéramos que un caballo salvaje tuviera que galopar exclusivamente dentro de las vías de un tren.
Basada en la propia biografía de Wallace y de su propio padre, el guión transcribe la historia de un periodista que vuelve a visitar a su padre, ya moribundo, e intenta averiguar la verdad o la mentira de las disparatadas historias que de él escuchaba cuando era niño, fascinado, creyéndole el mayor aventurero del mundo. La entrañabilidad es otra baza que ha sido encajada con un mal calzador en el “modus operando” de este director, que ha sabido hacerlo con mucha mayor maestría, creando verdaderas “familias” de personajes muy unidos, como todos los “freaks” (raritos) de “Ed Wood” –imagínense, un luchador de lucha libre, un actor de cine mudo fracasado, un infame director de cine que le gusta travesirse, una actriz de televisión de segunda…-.
Desgraciadamente, aunque el film tiene algunos momentos muy emotivos y llenos de lírica y poesía, la mayoría de los casos rompe el tono con una imaginación algo pueril, que no termina de integrarse en una historia que está resuelta muy al modo de “Forrest Gump”, o lo que es lo mismo, con un elemento de “realismo mágico” que intenta hacer comulgar lo mejor posible el mundo real con lo imaginario. Y si queremos fantasear, hagámoslo con unas poderosas alas que nos hagan volar de verdad, y no planear. Esta no es la magia de Burton, que me la han cambiado.


Federico Casado Reina



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