Todas las veces que hemos visto clásicos “thrillers”, con el suspense añadido de descubrir un asesinato o al asesino, siempre recordamos al gran maestro Hitchcock, que supo –quizás mejor que nadie- jugar con el espectador sin dar la sensación de estar riéndose de él, regalándole la parcela justa de imaginación para luego hacerla gravitar hacia el camino que decidía, con una pericia sin parangón en la historia del cine. Posteriormente, muchas han sido las cintas –desde “Seven” a “El silencio de los corderos”- en las que se jugaba con la salud mental del protagonista para intentar vislumbrar las motivaciones y resultados de sus propios desequilibrios. Pero, hete aquí, que nos encontramos con un film tan original en su planteamiento como decepcionante en sus resultados: Sebastián Gutiérrez, que ya nos deslumbró con su primera película escrita y dirigida “El beso de Judas”, ahora ha sido el autor de este guión que tiene todos los elementos justos para romper el género hacia otros derroteros hasta ahora poco inexplorados. Quitando a Hannibal Lecter, el pulcro y terrible psicópata, pocas veces habíamos visto a un psiquiatra metido en un sórdido y brutal caso de asesinato, y lo que es peor, sin la capacidad de recordar nada de lo que ha hecho. Precisamente eso es lo que le sucede a la preciosa Halle Berry, que se ve internada, súbitamente, en la misma institución donde ella trata a los maniacos, sin recordar además el motivo por el que está allí, ni cómo asesinó al pobre de su marido –si es que realmente lo hizo…-.
En su camino a la ascensión internacional, el actor francés Mathieu Kassovitz ha realizado una carrera pausada pero siempre ascendente, participando en éxitos del cine galo como “El quinto elemento” o “Amelie” e incluso integrándose en repartos como el de “Oscura Seducción”, junto a la mismísima Nicole Kidman. Otro paso más de su trayectoria ha sido tomar las riendas de la dirección en esta película, con la que además ha contado nada más y nada menos con la producción del todopoderoso Joel Silver, y con un reparto de gran lujo: Halle Berry es uno de los mejores elementos de la cinta, en un registro atormentado y febril, así como el contrapunto de Robert Downey Jr., un magnífico actor que lamentablemente ha destrozado gran parte de su potencial y carrera por sus muchas adicciones y su conducta excesivamente díscola. Especial atención merece la española Penélope Cruz, que también está presente en el film en una presencia que se aleja del prototipo latino a que está acostumbrada, rompiendo de una vez el tópico. Pero, desgraciadamente, Kassovitz no es Hitchcock y, aunque se ha esforzado y ha creado en muchas secuencias una atmósfera perfecta para el film y la historia, al final ha cometido los previsibles errores que puede implicar este género cinematográfico tan llamativo como arriesgado en cuanto a la originalidad.