Ficha película

Título:
Escuela de Rock
Director:
Richard Linklater
Intérpretes:
Jack Black, Mike White, Joan Cusack, Sarah Silverman, Joey Gaydos, Miranda Cosgrove, Kevin Clark, Ro
Calificación:
Crítica

En un intento de buscar una fórmula que aglutine al público familiar –tan denostado últimamente por el cine norteamericano, ofreciéndole productos de lo más insulso y poco inteligente- y al público adolescente –que ya no digamos las películas que tiene para elegir…- la industria norteamericana ya no sabe por qué camino tirar; ahora se le ha ocurrido la “genial” idea de mezclar la clásica película escolar –con un grupo de estudiantes con más o menos problemas, que son adocenados en la “vida real” por un carismático profesor, véase “Profesor Holland”, “La sonrisa de Mona Lisa”, etc.- con otra película en la que un rebelde –generalmente músico- termina por integrarse en la vida “real” y consigue no sólo adaptarse, sino encontrar su verdadero “lugar en el mundo”. Pues de esta simbiosis surge este singular producto, en el que un rockero de lo más desastrado termina convirtiéndose por azar en el profesor de un prestigioso colegio privado en el que va a provocar una verdadera revolución, convirtiendo a su clase en un mega-grupo de rock que va a ser capaz de competir en el concurso de superbandas.
Aunque no podemos decir que la película sea en absoluto original, lo que si resultan divertidas son las reacciones del orondo e inefable Jack Black, al que vimos recientemente en “Amor Ciego” –la última película medianamente aceptable de los hermanos Farrelly, junto a Gwyneth Palthrow- y que cuyo personaje parece estar hecho justo a su medida: evidentemente, Black no posee el carisma que Robin Williams tenía en “El Club de los poetas muertos”, pero ni falta que hace, porque la convulsión que supone para la encorsetada escuela es mucho más salvaje de la que se podría esperar.
Quizás lo más destacable de la película, a pesar de arrastrar todos los tópicos del más previsible cine comercial norteamericano, sea su clara vocación comercial, que no se oculta desde el principio del film –baste con mirar el cartel promocional, con las letras imitando la tipografía de la portada de la revista “Rolling Stone”-, con varias secuencias musicales que se encajan bien en el desarrollo argumental del film, que aunque no sorprende, si que evoluciona bien dentro de los pactos que el espectador ha de hacer cuando entra a ver una película de estas características. Al igual que el planteamiento idealista del protagonista, que cree firmemente en el “poder salvador del rock”, el director de la película ha intentado ser lo más consecuente posible con el género y con la tendencia comercial del actual cine norteamericano, cosa que le honra, ante tanto falso mensaje y tanta presunta “profundidad argumental”. Esto, sencillamente, es lo que es, sin avergonzarse.


Federico Casado Reina



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