Ficha película

Título:
Lost in Translation
Director:
Sofia Coppola
Intérpretes:
Bill Murray, Scarlett Johansson, Akiko Takeshita, Giovanni Ribisi, Anna Faris
Calificación:
Crítica

A pesar de todas sus extravagancias, hay que admitir taxativamente que Francis Ford Coppola es uno de los grandes de la historia del cine mundial. El llamado “príncipe” por la industria de Hollywood fue un “énfant terrible” donde los haya, provocando más de una úlcera a los productores a la hora de imponer su propia visión creativa de las películas que eran financiadas por los grandes estudios. Su arrojo y su genialidad a veces se unían a ciertos desatinos puramente comerciales, que le hacían sobrevivir, así como a su productora American Zoetrope. Pero Coppola se olía –y acertaba- el talento de su hija Sofía, a la que situó en la tercera parte de “El Padrino” e incluso llegaba a coescribir con ella una de las historias que componían un extraño producto donde también estaban Woody Allen y Martin Scorsese sobre la ciudad de Nueva York. El debut cinematográfico delante de la cámara no pudo ser más decepcionante, pero cuando la “pequeña” Sofía se puso detrás para dirigir “Las vírgenes suicidas” todos nos quedamos con la boca tan abierta como para tragarnos todas las moscas de una tarde veraniega. Su frescura para contar una historia desgarrada sin caer en los tópicos la convirtieron en una de las realizadoras más notables del panorama internacional, y en éste su segundo film, ha demostrado su madurez como guionista a la hora de trazar una esperanzada letanía a la soledad: un maduro y famoso actor es contratado por una marca de Whisky japonés para una campaña publicitaria y la joven esposa de un fotógrafo adicto al trabajo se encuentran en un hotel de Tokio, donde nacerá una especial amistad, en la búsqueda infructuosa de la felicidad.
Con muchos componentes autobiográficos, el guión evoluciona a un ritmo pausado pero exacto para el “tempo” de la historia, cuyos puntos de inflexión son los silencios, las meditaciones de los protagonistas sobre todo el frenético y a la vez vacío universo de lujos que les rodea. Lo mejor del film es que no intenta postular, ni dramatizar en exceso, sino que todo fluye de la manera más natural, desde el humor al drama pasando por el romanticismo. En la imposible amistad y entrega de ambos personajes, condenados a congeniar pero a no comulgar, no existe esa “pérdida” que habla el título del film, esa información que se desgasta al cambiar de idioma –y que origina una desternillante escena con un director nipón y Murray-. Además de todo esto, la dirección de actores es verdaderamente prodigiosa, sacando registros de un Bill Murray flechado hacia el Oscar. Más que una película, es toda una obra de arte, llena, compleja y a la vez tan fácil y corriente como la vida misma. Más que un sobresaliente, matrícula de honor.


Federico Casado Reina



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