El género documental cada día está teniendo mayor presencia en la cartelera cinematográfica, mostrándonos realidades que hasta hace muy poco tiempo parecían exclusivamente condenadas a la completa futilidad de la pequeña pantalla. Directores como Michael Winterbottom o Michael Moore han logrado que el público sea mucho más receptivo a este género que antaño. Pero en esta ocasión y centrándonos en un personaje tan mítico como Robert Evans, una visión a su propia vida resulta tan fascinante como cualquiera de las novelas más apasionantes que uno se pueda imaginar y sino, fíjense: un chico, que comienza actuando en teatros y radios, decide dejarlo todo para convertirse en uno de los mayores magnates textiles de Nueva York, rodeado de lujos y éxito. Por si faltara poco, en un viaje de negocios comienza una fulgurante carrera como actor en Hollywood, y termina convirtiéndose en el director más joven de uno de los grandes estudios –la Paramount-; a partir de entonces su meteórica carrera pasará por producir –agárrense- “La semilla del diablo”, “Love Story”, “El Padrino”, “La huida”, “Chinatown” o “Maratón Man”. Claro que lo peor del éxito es la altura desde la que uno puede caer en cualquier momento…
Esa mirada ácida e irónica a la trastienda de la fama –que generalmente se desconoce- está excelentemente planteada en este film, vertebrado en un formato muy ameno y audiovisualmente muy atractivo. Los directores –que ya asombraron al mundo con su documental “On the ropes”, sobre la vida de tres boxeadores- han conseguido desentrañar buena parte de esa fórmula del éxito en la industria de Hollywood, que de la noche a la mañana te sitúa en lo más alto, y a los pocos meses has perdido tu matrimonio, tu trabajo, tu casa y te ingresan en un sanatorio psiquiátrico. En esta metáfora sobre la ambición, el éxito y la redención, el papel fundamental es el de Robert Evans, uno de los productores más importantes de la década de los 70 y 80, y que logró situar a su estudio en la primera posición indiscutible durante años, acaparando todos los premios posibles.
En esa vorágine tenemos tiempo de conocer los más curiosos detalles de la trastienda de la fama y el celuloide, descubriendo que esas fulgurantes estrellas que vemos en la gran pantalla, están ahí seguramente por el apoyo incondicional de otras “estrellas” que se parten la cara día a día para “el espectáculo no pare ni un momento”, y que todos son seres humanos con sus mayores grandezas y sus más mezquinas miserias. Una lúcida y sustanciosa mirada a la historia de Hollywood, desde la inusual óptica de los visionarios que reúnen a todos los talentos para hacer realidad el sueño del cine: los productores que además de financieros, aman al séptimo arte.