Chávarri, un curtido cineasta a la hora de plasmar ambientes y revisar buena parte de la memoria histórica de este país -como demostró en "Las cosas del querer", quizás la única revisión con juicio sobre la copla en la nueva cinematografía española, o "Las bicicletas son para el verano", lucidísima visión familiar en la guerra civil española-, ahora acomete una historia llena de ternura e iniciación, en la problemática España franquista de los años sesenta, donde la revolución cultural del resto del mundo pujaba por entrar en un entorno todavía encorsetado rígidamente por la censura. Si además, tenemos en cuenta que la acción se sitúa en Andalucía -Cádiz- aún resultan más contundentes las ansias por vivir del protagonista, un chico que viene a estudiar medicina y que se devana entre el amor clásico de una novia "de las de toda la vida" y una "chica alegre", que hace sus pinitos como cantante de cabaret.
La recreación temporal del 1965 gaditano es francamente brillante, por cuanto en ningún momento chirría en el subrayado, elemento éste que se prolonga en todos y cada uno de los personajes, que están soberbiamente tratados en el guión. Seguramente, la gran sorpresa del film no sea Eloy Azorín -correcto, pero ya lo hemos visto en varias ocasiones como el típico adolescente que despierta a la conciencia adulta, como le sucede a su casi clónico hermano en la interpretación y los registros, Fernando Ramallo- sino Emma Suárez: acostumbrados a verla encajada en papeles atormentados y tremendamente dramáticos, con una nota de dulzura -como sucedía en la prodigiosa interpretación de "Sobreviviré"-, ahora Suárez, demostrando una inusitada madurez actoral, encarna sin complejo alguno a una auténtica "Funny Girl", que tras la cortina dramática del lumpen en que se entrevé que navega, sigue conservando gran parte de su lozanía e ilusión a la hora de enamorarse como una colegiala.
Pero, lamentablemente, no todo son loas para el nuevo film de Chavarri -cuya excelente anterior cinta, "Sus ojos se cerraron", no fue lo suficientemente reconocida-, que empantana gran parte del guión con elementos estéticos y musicales ciertamente superfluos para el desarrollo de la película. Si bien es cierto que bucea con finura en inconsciente colectivo de varias generaciones, con referentes musicales como Adriano Celentano y demás, en muchas ocasiones cae en el tópico de realizar video-clips con las mismas canciones emblemáticas de los clásicos guateques, que suponían un respiro vital para esa joven sociedad reprimida.