Ficha película

Título:
Las Chicas del Calendario
Director:
Nigel Cole
Intérpretes:
Helen Mirren, Julie Walters, John Alderton, Linda Bassett, Annette Crosbie, Philip Glenister, Ciaran
Calificación:
Crítica

El realismo social británico ya se ha convertido en un género cinematográfico propio en sí, salpicado de elementos “mágicos” que le dotan de un sentido de ternura y esperanza que la hacen atrayente al gran público. Desde Mike Leigh a Ken Loach, la heterodoxia del séptimo arte está originando una nueva expresión fílmica que además tiene un toque de Frank Capra, en el sentido de la búsqueda de la felicidad y el triunfo al precio que sea, ya desde el niño bailarin Billy Elliott o los pobres parados que deciden hacer de “Boys” en un bar femenino y realizar un “Full Monty” –desnudo integral-.
La anterior película de Nigel Cole, “El jardín de la alegría”, utilizaba muchas claves que ahora ha vuelto a utilizar en esta su nueva película: el mundo rural inglés, la esperanza por hacer realidad los sueños, el componente entrañable de los vecinos cómplices, todo ello batido era el caldo de cultivo perfecto para llevar al cine un suceso insólito, que surgió precisamente a raíz de “Full Monty”, la película de Peter Cattaneo de 1997: un grupo de mujeres de una asociación rural femenina, decide recaudar unos fondos para la lucha contra la leucemia, y no se les ocurre otra cosa que posar desnudas para un calendario, que finalmente se hizo famoso en toda Inglaterra. La película en sí, tiene una estructura bastante esquemática y simplona, además de ser bastante previsible, pero también tiene unas dosis de humanidad desarmantes, y capaces de enternecer al más duro espectador. Además las interpretaciones de todo el elenco de mujeres son verdaderamente brillantes, comenzando por Helen Mirren –en una esplendorosa madurez- y terminando por Julie Walters.
Precisamente ahí está la clave de la película, y seguramente, de todo este movimiento cinematográfico: la simpleza más normal, el asomarse a unas vidas tan cotidianas que podrían ser las nuestras, y poder a la vez comprobar que la luz de la esperanza no tiene que apagarse por muy mal que vayan las cosas. Ese mensaje tierno y dulce, está lanzado con sabiduría y encajado de manera que se le pueden perdonar cualquier consideración posterior de índole cinematográfico, porque lo realmente importante en una película o en cualquier medio de expresión artística, sea la que fuera, es emocionar, provocar en el espectador una catarsis, una proyección de sentimientos que invite a relajarse y reflexionar. Con sus justas y comprensibles limitaciones, y obviando alguna que otra licencia cinematográfica algo desaforada, es una película muy agradable y divertida.


Federico Casado Reina



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