Ficha película

Título:
Jóvenes prodigiosos
Director:
Curtis Hanson
Intérpretes:
: Michael Douglas, Tobey Maguire, Robert Downey Jr., Frances McDormand, Katie Holmes, Richard Thomas
Calificación:
Crítica

Muchas veces nos preguntamos qué le ha pasado a un artista desde su anterior obra a la siguiente: hay casos en los que un mediocre creador consigue dar un vuelco radical a su obra, deslumbrándonos. Y otras veces, un brillante autor se convierte su mensaje -y su lenguaje- en un completo despropósito, planteándonos la terrible hipótesis de que su anterior creación sea debida a otros y no a él mismo, y pocos directores de cine han logrado mantener una trayectoria que no baje el nivel de calidad de sus anteriores obras -recordemos que el mismísimo Steven Spielberg ha realizado filmes de dudosa calidad, como “1941”, que además estuvo a punto de arruinar su carrera profesional y económica-.

Por eso, tras ver “L.A. Confidencial”, una película injustamente minusvalorada en el día de su estreno, al competir en los Oscar con “Titanic”, no nos quedó por menos que tener unas grandes expectativas frente al realizador que de alguna forma “reinventó” el género del cine negro en este excelente film. Pero, nuestro gozo en un pozo, Hanson ha dado varios pasos atrás en su filmografía con “Jóvenes prodigiosos”, basada en un best-seller norteamericano de Michael Chabon. Quizás el deficiente guión de Steve Kloves haya tenido parte de culpa, al intentar “literaturizar” durante todo el tiempo un discurso que debía haber sido cinematográfico. Penoso es el sentido del ritmo que tiene el film y que en ningún momento se hacía notar en la soberbia “L.A. Confidencial”, anterior película de Hanson, que además tenía un soberbio diseño de personajes, como en todas sus anteriores cintas tales como “Malas Influencias” o “La mano que mece la cuna”.

El famoso tema de los “niños prodigio” es la piedra de toque y arranque del film, donde un antaño joven prometedor escritor, ahora se ha convertido en un acomodaticio y descreído profesor universitario, heredero de la trasnochada revolución cultural de los sesenta. En la debacle existencial a que se ve sometido por su falta de aspiraciones de su supuesto “prodigioso futuro” que nunca llega, un alumno con un talento desorbitado aparece por su clase. Creyendo ver así un reflejo de sí mismo, intentará hacerle ver los elementos más positivos de la creación literaria.

El problema del film no es ya un argumento de discutible interés -que la verdad, tampoco es ninguna novedosa situación-, ni las tibias interpretaciones -exceptuando a un soberbio Robert Downey Jr.-, sino el ritmo interno del film, que más se parece al de un libro, que al de un film: probablemente una obra literaria puede -y quizá, incluso debe- tener una cadencia en el relato, parándose en descripciones exhaustivas, pero una película ha de ser una obra mucho más ágil, con más capacidad de continuidad y menos freno. Y este film parece que tiene echado el freno de mano permanentemente. Pero lo peor no es eso, lo peor es que el director lo sabe y sabe hacerlo muchísimo mejor. Lástima.


Federico Casado Reina



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