La comunicación audiovisual, además de una de las más completas formas de entretenimiento, es una poderosísima arma de reflexión. Pero cuando se unen ambas cosas, mostrando una apasionante aventura que además tiene resonancias en el mundo que nos rodea, estamos ante una obra tan apreciable como estremecedora para el público. Su director ha mostrado una brutal realidad, que afortunadamente ya ha desaparecido en Afganistán: la del cruel régimen Talibán, que obligaba a las mujeres a una permanente tutela masculina y les prohibía taxativamente trabajar o cualquier actividad “sospechosa” contra las rígidas leyes islámicas llevadas al extremo. Esta película consigue mostrarnos la valiente odisea de una niña, que decide hacerse pasar por niño –Osama es un nombre masculino en Afganistán- para sacar adelante a su familia, que ha quedado en el paro cuando se cerró el hospital en que ellas trabajaban; si además contamos con que los hombres de la familia han muerto, el panorama es realmente desesperado y prácticamente la única opción es la adopción de ese sexo ficticio masculino.
En esta ocasión, el contenido del film extralimita cualquier formato cinematográfico, y la valentía y necesidad de realizar un testimonio como este justifica sobradamente cualquier carencia narrativa o sencillez dramática en la película –excelente es la interpretación de la niña protagonista, que además no es una actriz profesional-. Esta es la primera película que se ha realizado tras la caída de la férrea dictadura fanática Talibán en ese país, y la mano de Barmak -que fue el responsable del cine antes de que los extremistas islámicos tomaran el poder y que estuvo exiliado en Pakistán- la logrado imprimir un carácter casi aventurero a un hecho real, lleno de esperanza y lucha personal contra la injusticia y la más absoluta barbarie irracional que prácticamente condenaba a las mujeres a morir de hambre si no estaban sustentadas por hombres. Al igual que el genial Winterbottom en “In this World”, la película es capaz de extraer de una situación extremadamente dramática toda la poesía y lírica de la superación personal, que ha llegado no por una llamada interior, ni por una vocación artística, sino simplemente por una imperiosa necesidad de sobrevivir, de llevarse algo que comer a la boca, y que conforma a un héroe que no es un vaquero que se enfrenta a unos asesinos, ni un fantástico pirata honrado que surca el mar buscando aventuras, sino que simplemente es una niña inocente que se ve forzada a entrar de golpe en los caminos de la supervivencia adulta. Si bien es cierto que el film tiene un formato austero, éste resulta ideal para realizar esta crónica casi documental –género en el que el realizador ya ha estado curtido-. Una película preciosa, que nos enseña que todavía existe esperanza para el ser humano, por malas que sean las condiciones que le rodeen.