La ofensiva española en el campo de animación está dando su fruto con producciones tan interesantes como la que nos ocupa: a pesar de sus cuestionables resultados, el simple planteamiento de un film de estas características es un enorme paso adelante para que en el futuro se cristalicen más sólidamente estas iniciativas que pueden llegar a tener incluso mejores resultados que las producciones de animación de Hollywood, de las que son directas herederas. La clave está en la temática: aunque nos hayan vendido en innumerables ocasiones la Guerra de la Independencia o la Guerra de Secesión, la historia española es muchísimo más rica que la norteamericana, y personajes tan míticos como El Cid Campeador son el blanco perfecto para, además de culturizar al espectador, hacerlo viajar a una época apasionante y novelesca, tal y como hizo Anthony Mann con su versión de Rodrigo Díaz protagonizada por Charlton Heston y Sofía Loren.
Pero aunque se calquen los modelos comerciales del cine más comercial, hay que dejar de lado los pequeños defectos que puedan tener; bien está que se cuente con actores famosos para interpretar a los personajes animados –aunque el proceso ha de ser mucho mas refinado, tanto en la elección como en la sincronización con los dibujos- pero ¿porqué tomar a famosetes y presentadores televisivos? ¿es que así venden mejor el producto? Sinceramente creo que esta estratagema no lleva a ninguna parte y además, hace que el producto final sea de peor calidad, ya que con todos los respetos para Manel Fuentes, o Carlos Latre –ambos brillantes en sus respectivos cometidos laborales-, desentonan a la hora de dar vida a los dos personajes protagonistas del film, El Cid y el malísimo Ben Yussuf. El doblaje, como ya sabemos, es una de las disciplinas más complejas del cine y resulta por menos que penoso que teniendo unos equipos de doblaje magníficos en nuestro país, tengamos que recurrir esta fórmula que además, no funciona. Además de este pequeño punto negativo, los dibujos, podían haberse perfilado bastante más, puesto que en algunos casos, parecen haber sido hechos para salir del paso que para intentar mantener una unidad dramática y narrativa, desperdiciando el excelente diseño de producción a la hora de crear una imagen que identifique los rasgos de los personajes –brazos grandes, narices dibujadas, barbas, etc.-.
Por lo demás, la historia del amor de “El Cid” con Jimena, las lealtades y fidelidades de la corte del Rey de Castilla y la ofensiva de Ben Yussuf para conquistar España, se solapan con agilidad e interés en una película entretenida y visualmente ágil y con los justos elementos de comedia. A resaltar la excelente banda sonora que recuerda toda la épica cinematográfica en el género medieval, y que aquí se encaja a la perfección. Aunque todavía falta mucho, ya se ha dado un firme y gran paso para conquistar el mercado de la animación en nuestro país, desde nuestras propias fronteras.