No hace falta indagar mucho para darse cuenta de cómo ha cambiado el mundo de las películas de dibujos animados. El umbral de ese público potencial —infantil y adulto— ha subido tanto que cada día se hacen mejores y más
redondas películas donde los personajes son capaces de interactuar casi con las mismas «armas» que los actores de carne y hueso. El monopolio Disney, ya roto por Dreamworks y Pixar, está desentrañando todos sus trucos, y no tenemos por menos que vanagloriarnos cuando una producción española ha tomado un más que digno relevo con un film netamente comecial, pero no exento de gran calidad, en todos los sentidos.
La leyenda de los Tres Reyes Magos de Oriente, que adoraron a Jesucristo en su nacimiento, es una de las tradiciones católicas más entrañables, que además se asocian con las navidades de manera inequívoca. Rescatando esa sempiterna leyenda y con una fastuosa producción, se nos muestra en el film la arquitectura ideal para una película de animación de gran envergadura, pero a diferencia de los filmes norteamericanos —a los que se hace un cómplice guiño, puesto que el la acción comienza cuando un niño descreido de las navidades en Nueva York, escucha la historia de Melchor, Gaspar y Baltasar— tiene toda la tradición cultural española: tres magos de tierras
remotas, reciben una señal astrológica que les indica donde nacerá el rey de reyes, según una remota profecía y en el camino tendrán que sortear todo tipo de peligros y amenazas, entre las que está la del propio rey Herodes y su brujo, el malvadísimo Belial.
El film contiene todos los elementos justos para tener una ágil narración, con una trama de aventuras y acción realmente bien escrita y trazada —en un ejemplar trabajo de guión—, además de una progresiva evolución dramática de los personajes verdaderamente encomiable, definiendo las características de cada uno de los Reyes Magos, desde el inocentón Melchor al misterioso Baltasar.
En un intento de alcanzar la dimensión comercial que los filmes de animación hollywoodienses tienen en su estreno, se ha recurrido a actores de renombre para dar vida a los diferentes personajes, con un resultado tan efectivo unas veces —soberbio Imanol Arias como Baltasar—, como decepcionante otras —José Coronado podría haber sacado mucho más partido al personaje de Gaspar—. Además en el «encaje» de las piezas de esta cinta, se podría haber mejorado la banda sonora musical, que resulta a veces manifiestamente insuficiente.
Por lo demás, estamos ante un producto verdaderamente bien hecho, con mimo, cariño y gran proyección comercial, y que consigue emocionar a lo largo de
todo su metraje, con la habilidad suficiente como para contar nuevamente una historia de sobra conocida por todos, y que hará las delicias de los más pequeños y de los adultos, en un acertadísimo formato que no tiene nada que envidiar a las mejores producciones Disney, solo que con un genuino gusto español. Ya era hora.