Ficha película

Título:
Los Impostores
Director:
Ridley Scott
Intérpretes:
Nicolas Cage, Sam Rockwell, Alison Lohman, Bruce Altman, Bruce McGill, Jenny O’Hara
Calificación:
Crítica

Timadores, tahúres y todo tipo de fauna que se busca la vida con mayor o menor habilidad engañando a la gente ya forman parte de un olimpo de mitos cinematográficos de la misma magnitud que detectives privados, piratas, cowboys o gángsters, los primos brutos de los timadores. Pero sucede que la tolerancia o perspicacia del espectador con respecto a estos personajes e historias, ha sido elevada a un gran nivel, verbigracia con películas como “El Golpe”, “Los timadores” –una injustamente olvidada maravilla de Stephen Frears- o más recientemente todas las cintas de David Mamet, maestro dramaturgo que ha sabido realizar cintas tan apreciables dentro de este género –y fuera de él- como “Casa de Juegos”, “La trama” o “El último golpe”. Asi que el imprevisible Ridley Scott, después de haber renacido con “Gladiator”, ha intentado aportar su grano de arena al género, con un producto de lujo, en el que Robert Zemeckis –“Forrest Gump”- figura de productor, Hans Zimmer de compositor, y Nicolas Cage de protagonista. El problema es ¿realmente ha aportado algo? La novela en la que se basa el film es un “best-seller” que ha mezclado la conciencia civico-familiar con todo el magnético mundillo de estafas, a través de un habilidoso personaje, que aquejado de una neurosis compulsiva, intenta sobrevivir ayudado por su socio y un buen día descubre que tiene una hija de 14 años de la mujer que se divorció. A partir de entonces, todo va a cambiar en su existencia, hasta el punto de replantearse su forma de vida.


Aunque Scott es un brillante creador de imágenes, e intenta añadir elementos originales a la narración, la película se le va de las manos, con una profusión demasiado gratuita de efectos –que tan bien le funcionaron a Terry William en “Miedo y asco en Las Vegas”- más propia de un anuncio televisivo o un videoclip que de una película. En un intento desesperado de mostrar el perfil de los personajes, además extiende el metraje excesivamente, quedando como resultado final una narración tediosa y poco ágil. Además, la historia tiene una capacidad de sorprender bastante baja, pues creo que “engañar” al espectador requiere mucha más pericia que la que Scott emplea en el film –a pesar de las muchas “trampas” que comete en la película, pero que son demasiado obvias-. Y la excesiva interpretación de Cage –en el límite del ridículo- no favorece en absoluto el resultado final, que ha quedado como una barata moralina sobre la “enrollada” forma de vivir de unos personajes que, al margen de la ley, sobreviven engañando a todo el mundo, en la filosofía del “sálvese quien pueda”, cuando lo que debe pasar –al menos, según el film- es que sea la “sociedad” –norteamericana, por supuesto- quien salve al individuo. La verdad, esto se le puede perdonar a un director novel, pero no al creador de “Alien”, “Blade Runner” o “Thelma & Louise”.


Federico Casado Reina



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