Ficha película

Título:
Hero (Héroe)
Director:
Zhang Yimou
Intérpretes:
Li, Tony Leung, Maggie Cheung, Zhang Ziyi, Chen Daoming, Donnie Yen.
Calificación:
Crítica

El cine de artes marciales que ha sido y sigue siendo un género en si mismo, ha sufrido varias revoluciones, desde la carismática personalidad de Bruce Lee, que revolucionó en los setenta la acción cinematográfica, hasta las payasadas de Jackie Chan, para llegar a la última y deslumbrante aportación cinematográfica realizada por Ang Lee en “Tigre y dragón”, que unía toda una serie de técnicas innovadoras para recrear las clásicas leyendas chinas en un guión que aunaba lirismo, épica y romanticismo –además de las más espectaculares peleas jamás vistas en el celuloide, como la de Zhang Ziyi en la taberna, enfrentándose a centenares de enemigos-. Debido al impacto mediático y de público que tuvo este film, ahora muchos se han afanado en seguir el surco, pero desde que me enteré que el gran Zhang Yimou –uno de los mejores directores del panorama asiático y mundial, que ha aportado películas tan significativas como “Sorgo Rojo”, “Ju Dou”, “Happy Times” o “Keep Cool”- se había subido al carro de esta moda, me sorprendió y a la vez me froté las manos, ya que Yimou ha sabido retratar como nadie su propio país, tanto histórica como contemporáneamente. Pero hacer las cosas dejándose llevar por una corriente, no suele generalmente ofrecer buenos resultados, tal y como ha pasado en este deslumbrantemente bello y a la vez vacío film, lleno de poesía que resulta completamente inútil en la narración, aunque asistamos prácticamente a la materialización de sueños y leyendas en su estado más puro.
Entroncando con las más atávicas tradiciones, la película se sitúa 2000 años antes de nuestra era, en la que siete reinos pujaban por la unidad de lo que luego se llamaría China. En ese mundo de luchas y peleas, el rey de la provincia más poderoso y llamado a ser el emperador, es hostigado por tres asesinos implacables –maestros de artes marciales, llamados Nieve voladora, Cielo y Espada Rota-, hasta que aparece un misterioso luchador sin nombre que dice haberlos matado a los tres. El planteamiento tiene todos los ingredientes justos para hacernos viajar a un universo lleno de magia, honor, épica y lirismo del mejor, pero lamentablemente, todo se queda en una endeble estructura argumental, que llega a tornarse en aburrida por la excesiva recreación estética –repito, espectacular- a cada plano, sin contar las muchas concesiones culturales que se sobreentienden en oriente pero que en occidente, nos dejan a por uvas. Dos de los elementos que te dejan realmente boquiabiertos son las luchas –que ríanse de las recreaciones de “Matrix” o cualquier otra cosa vista alguna vez en cine- y la dirección artística, digna de figurar en un museo de pintura. Es una lástima que Yimou, que tan bien ha plasmado la cronología y el perfil psicológico de sus propios personajes, ahora se haya dejado hipnotizar –cosa bastante fácil, habida cuenta de la belleza de este film- por la estética casi exclusivamente.


Federico Casado Reina



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