Ficha película

Título:
Lo mejor que le puede pasar a un cruasán
Director:
Paco Mir
Intérpretes:
Pablo Carbonell, José Coronado, Marta Belaustegui, Natalie Seseña, Ana María Barbany, Amparo Valle,
Calificación:
Crítica

Tras la incursión del grupo humorístico “El tricicle” en el cine, con un más que honroso debú en “Palace” –contando incluso con un actor de lujo como Jean Rochefort- ahora uno de sus miembros, Paco Mir, ha probado fortuna en solitario como director, intentando adaptar uno de los mayores éxitos de ventas de la literatura-basura consumista española de los últimos tiempos. Con más de 50.000 ejemplares vendidos, “Lo mejor que le puede pasar a un cruasán” era una visión de lo más gamberra a la sociedad actual, en la que un protagonista bastante desastrado encontrada inopinadamente su feliz futuro de la manera más inusual. En una vuelta de tuerca, el realizador y guionista de este film ha intentado simplificar todos los elementos sobrantes de la historia, para centrarse en un protagonista a la búsqueda de su hermano desaparecido, el director de una poderosa empresa que parece estar relacionado con una misteriosa organización.
Yo siempre digo que las “películas-desmadre” en clave de humor delirante son las que más sólidos tienen que tener afianzados los pilares argumentales, porque si no, todo se queda en una sucesión más o menos acertada de golpes de comedia, mejor o peor hilvanados, en una especie de “juerga de amiguetes” donde todo vale y donde los actores parecen pasárselo mejor que el espectador que va a ver la película. Esto es precisamente lo que ha pasado en esta película, donde un protagonista que parece que está de excursión –Pablo Carbonell, tomándoselo todo a cachondeo, su papel incluido- se dedica a saltar de ambiente en ambiente haciendo sus propias “gracias”. Evidentemente, el problema no está en el divertidísimo actor, sino en la pésima o más bien nula dirección de actores, que no ha sido capaz de sacar de los más tópicos clichés –el yuppie, la esposa aburrida, el vago simpático, los coleguitas del bar, etc.- a una galería de personajes que son como unas marionetas mal manejadas, intentando únicamente el chiste fácil. Si además de todo ello, existen unas tramas más o menos “arbitrarias”, que solo sirven para (de)mostrar a los personajes, el resultado es de lo más confuso y por ende, aburrido a la postre.
Aunque es de justicia reconocer algunos momentos muy graciosos –propiciados, sobre todo, por los registros cómicos de Carbonell, que sorprende a pesar de todo- la película ha sido un completo despropósito, y parece haber sido hecha, como dije antes, para que el equipo técnico y artístico se lo pase bien, sin pensar en absoluto en nada más. Una pena.


Federico Casado Reina



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