Muchos se llamarán a engaño con la difusión publicitaria de este film, pensando que no es más que otra comedia romántica al uso de Hollywood, con todo el más facilón de los “merengues” en las clásicas historias pastelosas de amores y desamores, lujo y facilón romanticismo. Nada más lejos de la realidad, porque detrás de los nombres de las dos fulgurantes estrellas que encabezan la cinta, están otros míticos nombres, mucho más importantes que cualquier actor famoso, y que ya hah demostrado con creces su genialidad en una impecable trayectoria cinematográfica como productores, guionistas y directores: Ethan y Joel, los hermanos Coen.
Si realizar un proyecto desde cero puede resultar engorroso y complejo, imagínense lo que tiene que ser coger un proyecto anteriormente ya desarrollado por otros directores –que no han logrado llevarlo a buen puerto-, para reescribirlo y “adaptarlo” a la forma de estos dos peculiares y magistrales creadores; no sólo han logrado quitar toda referencia a Jonathan Demme –uno de los autores no acreditados de la historia original-, Ron Howard o Joe Dante, sino que encima han “traducido” toda la parafernalia de la comedia romántica a su propio universo, lleno de un singular sentido del humor negrísimo, y con una impagable y surrealista galería de personajes que suponen auténticas bombas creativas para el guión: un prestigioso abogado matrimonialista se ocupa del caso de una bellísima y joven esposa que ha sido engañada por su marido, y, qué casualidad, sin tener separación de bienes antes del matrimonio, el infiel esposo tendrá que darle la mitad de su cuantiosa fortuna. Claro que la pericia del letrado volverá los argumentos a favor de su cliente, y conseguirá un insólito resultado en el juicio, comenzando a fascinarse por la ejemplar “depredadora” que se dedica a “cazar” a millonarios, al igual que sus amigas de Hollywood…
Si los Coen ya casi han recorrido Estados Unidos con sus historias –desde el Nueva York de “El gran golpe” hasta la profunda Norteamérica de “Fargo”, o Los Ángeles con “El gran Lebowski”- ahora se meten de lleno en el lujo y la vacía opulencia de los personajes que pueblan Hollywood y Beverly Hills, más preocupados de su higienista dental que de lo que realmente están haciendo con su vida. La fórmula aplicada funciona a la perfección, llegando a un nivel de esperpento insólito en este tipo de filmes, satirizando sin piedad toda la vacuidad de la sociedad consumista de alto nivel, y por supuesto, a todo el batiburrillo de películas de esta calaña. Ya conocíamos las dotes cómicas de Clooney, que trabajó con los Coen en “O’Brother”, pero Catherine Zeta-Jones no le va a la zaga en este maravilloso delirio sobre el amor y el matrimonio, degustando un exquisito “merengue” de un sabor completamente diferente al que conocíamos, y dejando además un precioso mensaje de esperanza al amor. Bon appetit.