Ficha película

Título:
El Mexicano
Director:
Robert Rodriguez
Intérpretes:
Antonio Banderas, Salma Hayek, Johnny Depp, Ruben Blades, Mickey Rourke, Willem Dafoe, Eva Mendes, E
Calificación:
Crítica

Por muy glotón que alguien sea, llega un momento en el que tiene que parar de comer, porque sencillamente, puede explotar –a la memoria me viene la secuencia de “El sentido de la vida de los ya defenestrados y míticos Monty Python-. Algo parecido le ha sucedido al polivalente Robert Rodríguez, un cineasta de deslumbrante capacidad –ocupándose prácticamente de todo en sus últimas cintas- y particular código visual, heredero del cómic –también es un excelente dibujante- y una mezcla de los mejores géneros y subgéneros cinematográficos, además de todo el lenguaje del videoclip más vanguardista: que ha querido cerrar su particular trilogía de “El Mariachi”, contando todo lo que para él es importante en una sola película. Y como era de esperar, la gran cantidad de elementos drámaticos han terminado por conformar un guión verdaderamente caótico e incomprensible, todo ello rebozado en una factura sacada literalmente de todo el “spaghetti western”, en especial de las películas de Sergio Leone.
Si “Desperado” no era más que un “remake” a lo Hollywood de “El mariachi”, ahora ya todo vale: dan igual las coherencias dramáticas, dan igual las historias previas; incluso dan igual los actores –en “Desperado” los que ayudaban a Antonio Banderas eran otros, y ahora entre ellos está el cantante Enrique Iglesias-; aquí lo único que parece importar son las secuencias de acción, las explosiones, los tiros, las peleas y el componente casi mitológico del personaje interpretado por el actor malagueño, que ahora está completamente sublimado al extremo, siendo más una leyenda que alguien concreto. Todos esos aciertos estéticos que deslumbraron en “Desperado”, ahora se utilizan sin mesura, orden ni concierto, sino que hala, al mogollón, que cuanto más altos salten los protagonistas y rápidas hagan las cosas más increíbles, pues mucho mejor. Ayudado por numerosas técnicas cinematográficas –como grabar con cámaras digitales, utilizar efectos visuales digitales de última generación o los tradicionales de acción ayudados por cables- Robert Rodriguez intenta suplir unas evidentes carencias en el guión por una especie de borrachera audiovisual cuyos referentes se mezclan en una extraña fusión, que al principio resulta pintoresca, pero que debido al embarullamiento del realizador, llega a resultar chocante.
El intento de realizar una película que quiera contar muchas cosas, y que al final, no cuenta ninguna, que intenta hacer avanzar la historia con un guión inconexo, termina por aburrir soberanamente, aunque no cabe la menor duda de algunos hallazgos visuales realmente encomiables. Y créanme, algunas cosas realmente merecen la pena, así que como cuando nos sirven una enchilada de buena masa, pero de ingredientes discutibles, hay que separar lo mejor y desechar el resto.


Federico Casado Reina



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