Ficha película

Título:
Cosas que no se olvidan
Director:
Todd Solondz
Intérpretes:
Lupe Ontiveros, John Goodman, Selma Blair, Xander Berkeley, Julie Hagerty, Robert Wisdom, Leo Fitzpa
Calificación:
Crítica

Contemplar un film de Solondz es algo así como mirar una radiografia del alma humana, con sus mayores grandezas y sus más oscuras miserias. Inspirándose en una sociedad que considera ficticia, superficial y enferma, Solondz ha vuelto a da otra siniestra y apesadumbrada clase magistral sobre las motivaciones y emociones de la norteamérica contemporánea, especialmente de esa clase media obsesionada con el triunfo, la felicidad y el éxito y que no disfruta de los logros que va consiguiendo en pos de esa falsa entelequia del triunfo, que por cierto nunca llega a conseguir.
Si en “Happiness”, Solondz creaba un enorme mosaico, interconexionando historias y personajes, ahora articula “Storytelling” –su título original, algo así como “fabulando”- mucho más austeramente y dividiéndo el film en dos partes, “Ficción” y “No ficción”. Aunque ambas están insufladas de la misma mirada escéptica, irónica y a la vez cruel, a lo largo de toda la película se conserva una leja luz de bondad en cada uno de los personajes. La primera parte cuenta la historia de una clase universitaria de literatura, dirigida por un famoso ganador del premio pulitzer y toda la maraña sentimental que se urde debajo de la superficie, y la segunda parte –mucho más interesante argumentalmente, pero peor resuelta a nivel de ritmo cinematográfico- se centra en la vida de una familia media cuando participan en un documental realizado por un director fracasado.
A modo de letanía –casi sepulcral-, los personajes están soberbiamente descritos, con una profundidad que provoca casi vértigo, pues tras los adolescentes idiotizados por un modo de vida fácil, existe el vacío existencial que el director ha sabido mostrar como ningún otro creador audiovisual de la norteamérica contemporánea. Evidentemente, el film provoca una cierta desesperanza, en una primera lectura realmente dramática; pero en el subtexto del guión existe esa pequeña llamita de ilusión, que mantiene vivo a todos los personajes a pesar de que todo lo que les rodea, bueno o malo, les invite al desaliento y a la falta de visión de futuro. Quizás esa crueldad es la que caracterice a los filmes de este particular director, que se sigue dedicando con gran lucidez a realizar un exorcismo de todos esos males endémicos del mundo occidental contemporáneo, muchas veces más preocupados de las horas de comer y las rutinas sociales, que de las auténticas motivaciones para buscar precisamente eso, las cosas que nunca se olvidan en la vida y que conllevan sin duda a esas pequeñas parcelas de paraíso a las que llamamos, en un acto de esperanza, “felicidad”.


Federico Casado Reina



©2001. AndaluNet, Diseño y hospedaje de páginas Web