Los cruces de géneros, suelen ser tan interesantes como infructuosos, en la mayoría de las ocasiones. Pero unas cuantas veces, surgen películas valientes, capaces de tomar lo mejor de las pautas de cada uno de los géneros para realizar algo nuevo, original, que aporte una nueva visión al tipo de películas que estamos acostumbrados –quizás demasiado- a ver. El género bélico es quizás uno de los más profusamente llevados a la gran pantalla. Prácticamente todas las guerras –desde las egipcias a las napoleónicas, pasando por las guerras espaciales o contemporáneas- han sido plasmadas desde muchas ópticas en el cine. Pero la Primera Guerra Mundial, salvo honrosas excepciones como “Senderos de Gloria” de Kubrick, quizás haya sido una de las menos tocadas. El debutante Bassett, que también ha escrito el guión del film, situa la acción en 1921, en pleno desarrollo de la campaña del norte de Europa, que enfrentó al ejército alemán con el aliado, en una interminable campiña semi helada, llena de barro y suciedad, y atravesada por cientos de tortuosas trincheras. Este escenario es el perfecto para tener una atmósfera claustrofóbica, asfixiante y sucia, perfecta para articular un film de terror con todas las de la ley, y donde, uno, por uno, los protagonistas se van a enfrentar con los peores miedos y pesadillas que puedan tener.
Aunque la estructura argumental recuerda bastante a “La escalera de Jacob”, protagonizada por un entonces jovencísimo Tim Robbins, ahora Gassett sabe articular mucho mejor su película de cómo lo hizo Adrian Lyne, ya que se controlan cada uno de los personajes, mucho mejor dimensionados y con mejores diálogos. Un gran acierto ha sido tomar al bailongo chaval de “Billy Elliott”, Jamie Bell, como protagonista, ya que dota al film de una frescura y una inocencia que se corrompe en un ambiente tan cruel como el de una contienda bélica de esas dimensiones. Quizás uno de los pequeños –o grandes- problemas del realizador haya sido el tener demasiadas ganas de mezclar muchos elementos, llegando un momento en que los recursos excesivos pueden malograr la intención final de la historia, buena, pero demasiado explícita en muchos casos –sobre todo en el desenlace-. No obstante, como lo que es, una película de terror, consigue tener un buen nivel, y el desarrollo dramático de la historia está bien conseguido. Todo un logro para ser la primera película de un realizador que a tenor de lo visto, aún le queda mucho por decir en el mundo del cine, cuando no en este género en el que es tan difícil triunfar, como fácil es hacer el ridículo.