Ficha película

Título:
Quills
Director:
Philip Kaufman
Intérpretes:
Geoffrey Rush, Michael Caine, Kate Winslet, Joaquin Phoenix, Billie Whitelaw, Amelia Warner. Música:
Calificación:
Crítica

El barroquismo de un realizador como Kaufman no ha podido ser mejor a la hora de llevar a la gran pantalla la obra teatral de Wright, que habla más de la intolerancia y la hipocresía que del auténtico morbo que pudiera levantar el ínclito marqués de Sade, torturado intelecto creativo de perversiones y desviaciones sexuales. Que nadie se llame a engaño: éste es un film mucho más profundo de lo que muchos pueden pensar, tratándose de este personaje. Un film que bucea en la personalidad y el retrato social de una época bien definida en la historia de Francia. El marco elegido por el autor, aunque carece de rigor histórico -sobre todo en cuanto a la publicación de los escritos del marqués, que no encajan cronológicamente- retrata con gran brillantez el mesianismo napoleónico que acaso era aún peor que el despotismo aristocrático prerrevolucionario. En ese entorno, el famoso marqués está cautivo en una institución mental, donde todavía escribe incansablemente sus obras, sacándolas clandestinamente de su reclusión y publicándolas para el deleite de unos y el -pretendido- escarnio moral de otros. Cuando hasta el menudo emperador de la mano en el pecho llega uno de estos libros, la cólera le hace reclutar a un eminente psiquiatra -quizás más retorcido que el propio Sade- para calmar los ánimos del marqués.

El enfrentamiento entre la libertad y la opresión, entre la razón y la reclusión moral, es un martilleante leit-motiv que Kaufman utiliza como arma arrojadiza a la hora de mostrar una galería de personajes tan complejos como gratificantes, sobre todo el ganador del Oscar por “Shine”, Oscar Geoffrey Rush, que también está nominado en este año y quizás sea el más serio competidor que tenga nuestro Javier Bardem. Además del duelo entre el propio Rush y Michael Caine -un pulso digno de titanes- otro de los elementos que el realizador destila con habilidad es la repulsión, no ya a las malsanas imaginaciones morbosas del autor, sino a soportar un poder acéfalo y descerebrado, una censura risible unas veces -cuando viene del sacerdote que dirige al principio la institución- y otras aborrecible. Las consecuencias de las reacciones ante dicha intolerancia serán tan dramáticas como las situaciones planteadas en dicha disquisición.

No falta en el film ni una soberbia puesta en escena, tan abigarrada como rica en matices, y una banda sonora excelente que muestra el refinamiento emocional y psíquico del último protagonista del film, que merece estar en las páginas de historia no ya como libertino demonio instigador del vicio, sino como luchador por la libertad de expresión, imaginativo y brillante autor literario.


Federico Casado Reina



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