Ficha película

Título:
Abajo el Amor
Director:
Peyton Reed
Intérpretes:
Renée Zellweger, Ewan McGregor, Sarah Paulson, David Hyde Pierce, Rachel Dratch, Jack Plotnick, Tony
Calificación:
Crítica

El cine, como toda expresión artística, ha sufrido una notable evolución, que además de haber sido tecnológica, también ha sido argumental, encajándose con el signo de los tiempos progresivamente. Por eso asoma a nuestro rostro una sonrisa cómplice cuando, inteligententemente, se hace un homenaje a una época del cine tan delimitada como fueron los años sesenta, en las que Doris Day se enfrentaba a Rock Hudson, Cary Grant o Dean Martin en la llamada “guerra de sexos”. El film que nos ocupa es un muy honroso comienzo en el largometraje de este realizador, curtido de sobra en series y comedias televisivas, que ha sabido encajar todos los recursos de la época en un film tan divertido como bien escrito. Pero, no nos engañemos, jugar con la nostalgia exige un ejercicio de complicidad para el espectador que muchos no están dispuesto a hacer, sobre todo porque o bien desconocen el cine de los sesenta, o bien abominan de él, tachándolo de “cursi”, “higiénicamente pulcro” o “demasiado americano”. Pero si se tiene, en cambio, un ancho de miras lo suficientemente amplio como para satirizar de toda esa cinematografía, “Abajo el amor” es una muy divertida comedia orquestada con todos esos rancio instrumentos, que ahora han estado más afinados que nunca.
La historia de una escritora que ha descubierto el uso y disfrute sexual desvinculándolo del amor –algo revolucionario para la época- y de su Némesis masculina, un periodista ganador del Premio Pulitzer guapo, seductor y canalla se sirve en porciones perfectamente estudiadas y estructuradas dentro de la fotografía más “kitsch”, los recursos cinematográficos de los sesenta –pantalla dividida, cortinillas- y elementos del guión que a la vez ironizan sobre la correspondencia de aquel mundo con el nuestro, y del embrión en el enfrentamiento feminista/machista, para caer en una reflexión final algo confusa, moralina incluida.
Para que el producto final hubiese quedado verdaderamente redondo, sólo habría faltado algo del género musical –que aunque también está presente, los protagonistas no cantan, aunque ambos han hecho sus pinitos en “Moulin Rouge” y “Chicago”- y entonces ya habríamos sentido una verdadera regresión a la década del plexiglás, los pantalones pitillo, las corbatas estrechas, los muebles con funda de plástico y los martinis, con aceituna incluida. Es un divertimento refrescante y original, pero que, repito, requiere una complicidad añadida ante todos los elementos a todas luces excesivos –desde los decorados a los trajes, sin olvidar las sonrisas profidén o los peinados- para disfrutar del film.


Federico Casado Reina



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