Frente al oportunismo mal hecho y sobrante de mal gusto de la última hornada del cine español –que confunde la complicidad e ingenio, con lo grosero y fácil-, todavía existen realizadores capaces de sorprender, de toma el testigo de una tradición de comedia de anti-héroes –de las que el cine español está plagado-, y añadir una nueva nota de frescura con gran calidad. Curtido en la verdadera trastienda del cine, años como ayudante de realización y participación en producciones para televisión le han servido a este director para enzarzarse en su primer largometraje –que también ha escrito- con gran soltura y dominio, tanto en la faceta de realizador, como en la faceta argumental del guión.
Seguramente, el peor matón y asesino a sueldo del mundo –que escucha “Pimpinela”- recibe el desesperado encargo de un peligrosísimo jefe mafioso como última oportunidad a su manifiesta incompetencia: un secuestro, que además tiene el componente añadido de servir como “entrenamiento” para el sobrino del “capo”, que, si cabe, es aún más torpón que el verdadero “profesional”. Con una sorprendente lucidez para ser su primer largometraje, el director componen un film absolutamente equilibrado y bien enfocado a manejar varios géneros con la mesura exacta, y sin desbarrar –como suele pasar en las comedietas “desmadradas”- en ningún momento. Los personajes tienen una dimensión pocas veces vista en el cine español, y a sus facetas de completos desastres, se unen otras entrañables, y en algunos casos, tan originales como sorpresivas. Todo ello has sido absolutamente reforzado por unas interpretaciones magistrales, destacando Resines y sobre todo Jordi Vilches, ya visto en “Krampack”, que traza el retrato perfecto del perfecto adolescente alelado que cumple el refran popular “de los toros mansos que me libre Dios... que de los bravos me libro yo”.
En cuanto al ritmo del film, no deja descansar ni un momento, consiguiendo giros de la historia en los momentos adecuados, logrando un excelente nivel, tanto en la comedia –con secuencias desternillantes, como el arranque, en una retorcida suerte de “snuff movie” videográfica para morirse de la risa...- como en las secuencias de acción, sin nada que envidiarle a ninguna gran superproducción de Hollywood, más afanadas en mostrar frías imágenes de ordenador que más se asemejan a un videojuego que a la realidad. Un comienzo realmente esperanzador el de este maduro director y guionista, que dejó con muy buen gusto al público y crítica de la pasada edición del Festival de Cine Español de Málaga, y que volverá a cautivar la atención de todos los espectadores españoles. Absolutamente recomendable.