Ficha película

Título:
Tomb Raider 2: la cuna de la vida
Director:
Jan de Bont
Intérpretes:
Angelina Jolie, Gerald Butler, Ciarán Hinds, Chris Barrie, Noah Taylor, Djimon Hounsou, Til Schweige
Calificación:
Crítica

La guerra de las franquicias comerciales que las productoras de Hollywood intentan establecer como una forma de seguridad económica, ha tomado por los derroteros más insospechados. Si hace unos años esas franquicias venían por musculosos héroes de acción, o adaptaciones literarias, aunque a dia de hoy también se mantengan las versiones fílmicas de los libros más vendidos –como la saga “Harry Potter” o la de “El señor de los Anillos”-, los videojuegos han pasado a formar parte de la apuesta de producción de los grandes estudios, como en “Mario Bros.”, “Wing Commander” e incluso “Final Fantasy”. Pero en todos los casos de trasladar los héroes cibernéticos a la gran pantalla, se ha producido un monumental fracaso, ya que los argumentos de los videojuegos generalmente son manifiestamente insuficientes para componer una historia interesante, incluso aunque se prime más la espectacularidad y la acción. Si hay un personaje famoso en la historia de los recreativos de ordenador, éste ha sido sin lugar a dudas Lara Croft, una arqueóloga inglesa que es una especie de mezcla de James Bond e Indiana Jones, más un cuerpo de infarto. Así pues, el traslado a la gran pantalla resultaba inevitable, máxime cuando la actriz elegida ha sido la sensual Angelina Jolie.
Si en la primera parte la bombástica protagonista luchaba por encontrar secretos arqueológicos, en esta saga no sólo hace eso, sino que además tiene que salvar al mundo de un megalómano científico que –con una trama muy similar a la de “En busca del arca perdida”, solo que descafeinada…- quiere encontrar la llamada “Caja de Pandora”, en la que se encuentra el secreto de la vida y la muerte. La postura pseudomística no beneficia en absoluto el desarrollo del argumento, que decae rápidamente en interés, quedándose el film como una traslación exacta de un videojuego, en la que la heroína llega a un escenario, hace sus tres o cuatro posturitas y batallitas, enseña su impresionante anatomía, y se pasa a otro escenario. Si Jan de Bont hubiera tomado eficazmente un modelo de este tipo de películas, se habría fijado mucho más en toda la saga de James Bond, que hace aproximadamente lo mismo, sólo que con mucha mayor elegancia y enjundia en el guión, potenciando los personajes y dotándolos de “realidad” –toda la realidad que se puede tener en estos espectáculos circenses, pero honestos y aceptados en sí mismos- y no se habría quedado en una ridícula galería de opereta. Y en cuanto a la acción, resulta espectacular en los primeros minutos, pero cuando ya hemos visto que no tiene sustento argumental, termina por hacernos bostezar, irremisiblemente. Resulta, pues, penoso que toda la imaginación empleada para realizar un entretenido videojuego se haya prostituido para intentar conseguir una nueva franquicia comercial con la que hacer ricos a unos cuantos ejecutivos de Hollywood, por todo el morro y sin contemplaciones.


Federico Casado Reina



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