Ficha película

Título:
Besen a quien quieran
Director:
Michel Blanc
Intérpretes:
Gaspard Ulliel, Michel Blanc, Denis Podalydès, Charlotte Rampling, Jacques Dutronc, Carole Bouquet,
Calificación:
Crítica

Aunque la idea del autor de la novela es trazar una divertida sátira sobre las tibias relaciones entre los maridos y mujeres de los matrimonios de clase media ingleses, desarrollando toda la ironía propia del humor británico en la obra original, Michel Blanc ha sabido trasladar con brillante lucidez todas esas alocadas relaciones al tejido de la sociedad francesa más aburguesada, convirtiendo a sus personajes en netamente galos, y extrapolando con acierto todas esas desternillantes claves, que pueden suceder en cualquier sociedad contemporánea: unas vacaciones de verano son el detonante para que una verdadera maraña de sentimientos –desde el marido infiel que apuesta por quedarse con su amante en la capital, a la joven pareja que descubre una nueva emoción en su relación, pasando por la aburrida ama de casa burguesa…- se desate entre los protagonistas de este bien estructurado y trazado vodevil, que funciona a la perfección, y donde la elección de los actores ha sido fundamental para encajar una maquinaria de relojería muy efectiva. Las diversas líneas narrativas se solapan con una gran precisión y Michel Blanc demuestra su talento como director, hilvanando finamente las escenas más divertidas y descacharrantes con una encomiable elegancia, sin caer en la grosería en ningún momento.
No cabe la menor de las dudas que en esta comedia coral, la elección de los actores ha sido fundamental para llevar a buen puerto el film: empezando por la bellísima Carole Bouquet, y terminando por el actor-director de la cinta, Michel Blanc, todos están absolutamente geniales en sus respectivos papeles, componiendo uno de los más mordaces e hirientes frescos sociales de la sociedad media francesa, aquejadas de males endémicos como el individualismo, la falsa entrega o la mal entendida solidaridad, y que terminan por minar sus propias vidas, que podrían ser completamente felices, pero que terminan siendo un ficticio infierno para sus propias –y abotargadas- conciencias. Aunque pudiera parecer, el guiño condescendiente del realizador está perfectamente justificado ante el delirio que ve en sus “ratones de laboratorio”, tal es como está planteada la película, en una serie de compartimentos –la mayoría de las veces, en las habitaciones de un hotel de vacaciones- donde evolucionan hacia la desesperada búsqueda de la felicidad, sin saber bien donde está, en qué consiste o cuales son los pasos para conseguirla. Un film verdaderamente inteligente, lleno de agudas reflexiones y muy divertido, sin utilizar ni un gramo de la previsible “sal gorda” que Blanc ha usado el anteriores interpretaciones. Chapeau.


Federico Casado Reina



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