Los datos del Ministerio de Cultura dicen que una película media en España viene a costar un millón y medio de euros, aproximadamente. Pero ¿se puede hacer cine con menos presupuesto? Es más ¿se podría hacer una película que costara sólo 6.000 euros? Pues si, tal es el film que nos ocupa, y que con el esfuerzo de Sanabria y Villaverde, ambos diplomados en producción de cine y curtidos en publicidad y televisión, se ha llevado a cabo. Es cierto que nadie ha cobrado, que se ha rodado en video digital, casi en un solo escenario y con actores prácticamente desconocidos pero… también es cierto que la producción ha editado una de las bandas sonoras más vendidas en la actualidad, que ha sido distribuida a todo el país por Buena Vista Internacional (Disney) y que han sido cien las copias que se han repartido por todo el territorio nacional. Entonces… ¿Dónde está el truco? ¿Están hinchados los presupuestos de algunas productoras, o es que en realidad es más el ruido que las nueces?
Cuando uno ve el film, completamente imbuido de los delirios cinematográficos adolescentes estilo “Porky’s” o “Desmadre a la americana”, pero trasladados mucho más eficazmente a nuestra cultura estudiantil, no tiene por menos que enarbolar una bandera chauvinista, reivindicando el hueco que la producción audiovisual española tiene que ocupar frente al colonialismo del cine adolescente norteamericano, en muchos casos de menor imaginación y recursos que el nacional. “Gente Pez”, “Slam”, o todos los programas de televisión adolescente de nuestro país, han demostrado que existe un mercado potencial ávido de estos productos, y no nos engañemos, para que los norteamericanos se lleven a los espectadores, mejor que se lo lleven los españoles. El argumento es tan simple como la canción de Mecano, en la que se colaba en una fiesta: Piso de estudiantes, fiestón, romances, encuentros inesperados, cocacola para todos y algo de comer. Y pare vd. de contar, porque tampoco hace falta más.
El mayor riesgo del film ha sido encontrar una serie de situaciones descacharrantes, a cual más loca y divertida, cosa que en general se ha logrado. Si conseguimos olvidarnos de la pretenciosidad que muchos intentan atribuir al cine europeo, y le damos el mismo voto de confianza que a muchas producciones nortemericanas que tienen muchos más medios y mucha menos imaginación, “La fiesta” es un producto entretenido, en su justa y modesta vocación, con momentos muy previsibles, y otros más imaginativos, todo ello enmarcado en la irreverente y cómplice mirada de un adolescente con ganas de mucha marcha. ¿Porqué no?