Hemos sido testigos de la caída de los dioses del cine de acción: Schwarzenegger agoniza dentro de su “Terminator”, Steven Seagal se ha dejado vencer por los kilos, Van Damme no encuentra su norte en el cine, por mucho que lo intenta, pero… ¿y Stallone? ¿Dónde está aquel actor de sonrisa torcida que interpretó al boxeador más famoso de la historia del cine –“Rocky Balboa”- y al boina verde más aguerrido –Johnny Rambo-?. Pues después de muchos tumbos, y depués de varios esfuerzos considerables –como el que realizó en “Copland”, donde engordó 20 kilos y se batió con Robert de Niro, nada menos- y erráticas opciones en su carrera –como “Alto o mi madre dispara”-, parece ser que ha encontrado su norte. Hace no demasiado tiempo le vimos en la impresionante “Driven”, y ahora le vemos en una película que ha sabido mezclar a partes iguales acción, comedia e incluso una romántica relación, todo agitado en el ambiente italoamericano de la mafia: en el film Stallone interpreta a Frankie, el guardaespaldas de un capo mafioso que termina siendo asesinado. Su lealtad a la “familia” pasa por proteger a la hija del asesinado, que aunque no tiene ni idea de quién es su padre, cuando se sabe blanco de otras “familias”, como le sucedía a Michael Corleone, decide tomar las riendas del asunto y tomar justa “vendetta”.


Lo que pudiera parecer chocante, es decir, unir comedia a las secuencias de impresionante acción –bien rodadas, planificadas y alejadas de los manierismos visuales en el último cine de acción importado de Hong Kong, que llega a empachar- realmente funciona en la película, y aunque, sorpréndanse, Madeleine Stowe ha demostrado su gran capacidad interpretativa –aún recordamos “Vidas Cruzadas” de Robert Altman-, Stallone la sobrepasa, componiendo una inteligente caricatura de si mismo, tan atolondrado y superado por las circunstancias como efectivo en los momentos de máxima tensión. Siempre he apuntado la gran injusticia que se cometía con Stallone, considerándolo poco menos que un ceporro, cuando en realidad, la gente se olvida que estuvo nominado al Oscar al mejor actor y al mejor guión original por la primera parte de “Rocky” –que por cierto, es una muy apreciable película-, al igual que se olvida de excelentes filmes realizados por el actor de origen italiano, tales como “F.I.S.T., símbolo del poder”, “La cocina del infierno” o “Halcones de la noche”, que sinceramente invito a ver. Pensar que el pésimo doblaje que en España ha tenido, o que su personalidad se reduce a la del púgil “sonado” o el comando militar con pocas luces, es ser injusto con Stallone, que no para de esforzarse para demostrar que es algo más que un trozo de carne musculosa, y poco a poco va consiguiendo encontrar su propio lugar. No es que vaya a ser Laurence Olivier, pero el hombre lo intenta, en serio que lo intenta.