Ficha película

Título:
Beyond Reanimator
Director:
Brian Yuzna
Intérpretes:
Simón Andreu, Enrique Arce, Jeffrey Combs, Elsa Pataky, Lolo Herrero, Santiago Segura
Calificación:
Crítica

Resulta verdaderamente complejo explicar el fenómeno “gore”: nacido a finales de los setenta, comenzó como un simple mecanismo para apabullar al espectador con litros de sangre, ubicándolo dentro del género del terror, y su principal objetivo era provocar repulsión, y por ende, miedo a mirar a la pantalla ante la carnicería que se estaba provocando. Pero la década de los ochenta trajo una nueva definición del “gore”, convirtiéndolo en un género propio en si: la irreverencia de una serie de filmes que mezclaban la comedia con este muestrario de casquería resultó una combinación muy atrayente para el público adolescente, que creó una especie de mitología particular, donde películas como “Brain Dead”, “Bad Taste” o la mismísima primera parte de “Reanimator” formaron una serie de filmes muy curiosos y susceptibles de un estudio sociológico, herederos de la cutre producción de la serie “B” americana fantástica de los cincuenta, e incluso alguna nota seudopornográfica convenientemente bien disimulada entre las vísceras y la sangre.
Por más que uno intente creer en el interesante proyecto de la “Fantastic Factory”, resulta imposible hacerlo: a cada película producida, la iniciativa de Julio Fernández es de peor calidad, llegando ya a niveles verdaderamente surrealistas, como en el caso del film que nos ocupa: pocas veces podremos encontrar en toda la psicotronía del cine mundial una película más extrema, delirante y a la vez falta de recursos coherentes y entretenida, porque llega un momento que las burradas ya ni resultan graciosas, ni entretienen: la historia comienza con el famoso doctor Herbert West encarcelado y que es recuperado por el nuevo médico de la prisión donde está en su laboratorio. Los experimentos empiezan, y la espiral de descontrol llega a tal punto que en la cárcel se produce un motín, con mutaciones genéticas varias –que convierten a Simón Andreu en un hombre-ratón, verdaderamente esperpéntico-, asesinatos, hachazos, tiros, y toda clase de delirios extremos realmente poco justificables por el guión: sencillamente están ahí porque cuanto más, mejor y más divertido. Lamentablemente, eso no funciona así y todo se convierte en un auténtico recital de groserías cada vez más salvajes.
El director filipino afincado en los Estados Unidos, Brian Yuzna, parece haber perdido el norte en esta película, que además intenta una serie de guiños cómplices con el espectador sin conseguir realmente nada. Rodada en inglés, y mimetizada para ser vendida en todo el mundo como una producción americana –como sucedía en los spaghetti-westerns almerienses de los setenta- es un vano intento de dar una vuelta a la tuerca a un género ya extinto, y una regresión cinematográfica a un nivel verdaderamente lamentable para el panorama cinematográfico internacional, y sobre todo, español.


Federico Casado Reina



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