Alguien dijo alguna vez aquello de “los artistas siempre repiten una y otra vez la misma obra, pero de diferente manera”; no hay que ser ningún genio para percatarse que escritores, pintores, músicos y, por supuesto, cineastas tienen temas recurrentes en sus trabajos, aunque lo enfoquen desde ópticas muy dispares. Un renovador del cine mundial, fue Danny Boyle, que adaptando el texto teatral de “Trainspotting” no solo dio una visión alternativa de la drogadicción en la juventud, sino que además conjugó eficazmente el lenguaje televisivo con el cinematográfico, en una curiosa simbiosis. Pero en su debut cinematográfico, y en todos sus filmes posteriores, prevalecía un “ethos”, que diría Aristóteles, o lo que es lo mismo, un origen, una idea. Y esa idea es la supervivencia.
En todas sus películas, existe un protagonista rodeado de un ambiente hostíl, al que tiene que adaptarse como mejor pueda, y sobrevivir. Ewan McGregor lo hacía en “Tumba Abierta”, “Trainspotting” y “Una historia diferente”. DiCaprio lo hacía en “La playa” y ahora Eccleston lo hace en “28 días después” una parábola apocalíptica de la humanidad que viaja a las raíces mismas de los más primitivos recursos e intereses humanos. Rodada en video digital y utilizando técnicas documentales –cómo la cámara al hombro-, cuenta la historia de una mortal epidemia que diezma la población mundial, convirtiendo a los contagiados por un virus mortal en seres sedientos de sangre que únicamente quieren buscar a los no infectados para, literalmente, comérselos.
En una visión muy simplista de la película, podríamos acordarnos de “La noche de los muertos vivientes” de Romero, y de toda la parafernalia “gore”, que posteriormente se dio con todas las sagas de “Zombies” cinematográficos. Pero el film de Boyle va más alla, diseccionando la capacidad del hombre para reaccionar en un entorno extremo y adaptarse para sobrevivir, por encima incluso de uno mismo, y convirtiéndose en algo impensable. Simplificando temas como la bestialidad visceral, y siendo plenamente conscientes de las muchas “trampas” que el realizador utiliza para “asustar” al espectador –cosa que consigue, algunas veces incluso saltando de la butaca…- la película es una muy original visión sobre la supervivencia y las cualidades humanas. Excelente producción, magnífico uso de la fotografía y la banda sonora, para crear un producto indudablemente inquietante, sobrecogedor, que utiliza toda la parafernalia de historias como la de “Resident Evil” –el famoso videojuego que también se adaptó al cine hace poco tiempo- como vehículo para confirmar que más allá de lo que dijo Hobbes sobre el hombre –que era un lobo para el hombre-, también éste puede ser el redentor de él mismo, y de los demás…aunque los medios no sean los más ortodoxos.