Ficha película

Título:
La Vida
Director:
Jean Pierre Améris
Intérpretes:
Jacques Dutronc, Sandrine Bonnaire, Emmanuelle Riva, Jacques Spiesser, Annie Gregorio, Marilyne Cant
Calificación:
Crítica

La expresión artística siempre ha tenido a la muerte como uno de los grandes temas recurrentes, desde las visiones alucinadas de los pintores, hasta las reflexiones de los literatos o las letanías musicales a lo largo de toda la humanidad. El cine, como séptimo arte, también ha aportado todo tipo de revisiones a la muerte, desde los ámbitos más dispares en lo metafísico –como la partida de ajedrez de “El séptimo sello” entre un hombre y la mismísima muerte-, lo cómico –con las sardónicas observaciones de Woody Allen o Bob Fosse-, e incluso la ciencia ficción. Pero Améris no ha afrontado en este film a la muerte como extinción literal, como el olvido inmemorial, sino más bien como el enfrentamiento entre el hombre y su inexorable destino, una vez planteado como culminación de una estremecedora enfermedad terminal. Partiendo del libro de Marie Hennnezel “La muerte íntima”, un tratado de autoayuda para asumir la muerte con dignidad, el director ha situado al protagonista en un centro de ayuda para los enfermos terminales, y lo ha situado en el vértigo de asomarse al abismo, siendo ayudado por una angelical voluntaria que dulcificará la situación, y la hará compartir con el resto de enfermos que están allí.
El desarrollo dramático de la historia es parsimonioso y pausado en todo momento, como si no quisiera dejar escapar ni un solo segundo de la próximamente extinta vida del protagonista, utilizando para ello una factura francamente almibarada, pero consecuente con el tono de la película. Así mismo, la personificación del “ángel” que ayuda a todos los enfermos –una bellísima y dulcísima Sandrine Bonnaire- es otro elemento interesantísimo en la narración, puesto que no abusa de los componentes narrativos, y mezcla algunas notas inesperadas en el perfil del personaje que lo alejan del fácil y previsible maniqueísmo.
Pero quizás el mayor acierto a nivel artístico y dramático ha sido mostrar una luz de esperanza para un personaje –el protagonista- que al parecer no la tiene. Una excelente recreación de lo cotidianamente trágico que puede resultar la futilidad de la existencia humana, tan frágil como un témpano de hielo en una cordillera, que puede partirse en cualquier momento con una ráfaga de viento, pero que se aferra duramente a la ladera con la intención de seguir creciendo con el agua evaporada de la nieve.


Federico Casado Reina



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