Ficha película

Título:
Mi Napoleón
Director:
Alan Taylor
Intérpretes:
Ian Holm, Iben Hjejle, Tim McInnery, Nigel Terry, Hugh Bonneville, Murray Melvin
Calificación:
Crítica

Una de las personalidades seguramente más fascianntes en la historia de la humanidad, ha sido la de un francés bajito que consiguió caso lo mismo que Alejandro Magno: hacerse emperador del mundo conocido. Napoleón Bonaparte no sólo renovó el panorama social y político en el país galo, sino que además consiguió el febril apoyo de un país henchido por los triunfos militares más espectaculares. Pero esa borrachera de poder, a Bonaparte le sirvió para caer mucho más bajo de lo que pudiera imaginar, desterrado de por vida a la isla de Santa Elena.
Este arranque argumental sirvió para que el novelista Simon Leys realizara “La muerte de Napoleón”, que ha servido de base para esta cinta, en una lúcida revisión a las estructuras de poder que alzaron al corso a lo más alto, y que le destronaron súbitamente. Precisamente en ese destierro es donde un grupo de de súbditos leales consigue idear una fórmula para que Bonaparte vuelva a alcanzar el poder: sustituirle por un “doble” perfecto, para que el emperador viaje desde la isla de Santa Elena hasta París y volver a tomar el mando… Pero en este plan, como suele suceder, las cosas no salen como estaban prevista, y el campesino termina viviendo con los privilegios de Napoleón, y el auténtico vive una humilde existencia esperando su resurrección.
La lucidez del realizador ha estado indudablemente en mostrar la cara más humana de esas efigies de poder, demostrando que debajo de todos los entorchados y medallas, sólo queda un ser humano con sus miserias y sus grandezas. El ritmo interno del film hace que evolucione en una modélica estructura de comedia, que alterna un montaje en paralelo realmente eficaz a la hora de mostrarnos las dos vidas de los protagonistas, en las chocantes situaciones que han de vivir forzosamente en su intercambio de personalidades. Aunque en la historia de la comedia cinematográfica ya existen muchos referentes de sobra conocidos en este recurso cómico –como en “Ser o no ser” de Lubitsch- el recurso en este caso sigue funcionando por la inconmensurable interpretación de Ian Holm, eje y centro de la cinta, que demuestra una deslumbrante versatilidad a la hora de reprsentar desde la más arrogante grandeza a la humildad más entrañable.
La factura general de la película logra que, además, seamos cómplices en todo momento de las travesuras de los dos protagonistas –en realidad, uno solo- que como dos niños gemelos idénticos cruzan sus dos existencias. Una reflexión sobre el poder y la gloria, y la génesis y destino del mismo, que puede estar en un simple bollo recién hecho.


Federico Casado Reina



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