Ficha película

Título:
Desnudos
Director:
Doris Dörrie
Intérpretes:
Benno Fürmann, Heike Makatsch, Alexandra Maria Lara, Jürgen Vogel, Mehmet Kurtulus, Nina Hoss.
Calificación:
Crítica

Doris Dörrie es una mujer que siempre ha tenido una gran vocación provocadora en su cine, especialmente en cuanto al sexo se refiere. Su discurso, lejos de enmarcarse en fáciles términos de machismo y feminismo, consigue ridiculizar de igual forma a hombres y mujeres. Películas como “Hombres, hombres” –con una inusitada lucidez a la hora de “clasificar” todas y cada una de las obsesiones masculinas dentro de los diferentes tipos de hombres- , “Lo mío y yo” –una hilarante reflexión sobre la relación entre un hombre y su miembro- y “Estoy bonita?” –interesantísima visión sobre la felicidad en las relaciones sentimentales y sus implicaciones sexuales- son ejemplos de la perspicacia de esta realizadora germana, que aunque toma “prestadas” licencias cinematográficas a directores como Robert Altman o Francis Veber, crea su propio universo, donde disecciona con certeza la sociedad occidental en términos de felicidad, logro y deseo.
El microcosmos que Dörrie plantea en esta ocasión es un grupo de tres parejas maduras, que vuelven a reunirse para celebrar una fiesta, donde participarán en un juego desnudándose para conocerse al tacto. Esa oportunidad perfecta es el pretexto para mostrar lo descarnado del ser humano, que es igual en todos los continentes y países, y al final siempre están con la misma cantinela: la búsqueda de la felicidad a través de los bienes materiales. Por eso este film va más allá, bombardeando directamente en el centro de flotación de esa presunta “felicidad” monetaria que tiene una de las parejas protagonista, convertida en millonaria por los avatares de la bolsa, y tremendamente infeliz. Son precisamente esas interconexiones biunívocas entre personas las que enriquecen la maraña sentimental de la que todos deseamos estar colgados y arropados, donde la soledad, como le sucede a otro de los protagonistas tras romper con su chica de toda la vida, es el peor fantasma que pudiera desearse. En la complejidad multicultural e histórica de la Europa de hoy, las influencias economicistas de la sociedad norteamericana hacen mella en la búsqueda de uno mismo, pero como plantea el film, si conseguimos “desnudarnos” de todo lo superfluo e intrascendente, estaremos un paso más cerca de ser felices.
Quizás un exceso de pretenciosidad está ligado al guión, que podría haberse tornado algo más liviano en su forma, aunque igual de demoledor en sus conclusiones. La ubicación de los elementos musicales –excelentes todos, al modo de “El otro lado de la cama” o “On connait la Chanson”- también dinamiza la historia, al igual que los preciosos temas de la Fitzgerald, todo un lujo. Ya era hora que la vieja Europa nos diera su propio punto de vista sobre la entrada en la madurez, porque el regusto norteamericano ya empezaba a empalagar...aunque, al menos en Alemania, todos sean guapos, elegantes, y ricos. Será por el euro.


Federico Casado Reina



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