El –depauperado- género del la llamada “comedia romántica” –esa en la que existe un entrañable tono fabulador, y que ha sido vilmente prostituida por el Hollywood actual desde clásicos como “Desayuno con diamantes” hasta engendros como “Pretty Woman”- sigue su camino en el mundo del cine mundial, habida cuenta de los pingües beneficios económicos que arroja sobre sus productoras. Si bien es cierto que de vez en cuando tenemos el placer de disfrutar de algún film medianamente inteligente en estos parámetros –como la reciente “5 hombres para Lucy”-, la mayoría de las veces tenemos que asistir impávidos al interminable y repetitivo desfile de tópicos, cada vez más extremados y caricaturizados para lograr que el presunto espectador “disfrute” con la chica guapa que quiere triunfar, el golfo que se redimirá cuando conozca el amor verdadero y los amigos que aconsejan lo mejor en el último momento donde todavía se puede salvar el romance, in extremis.
Por ello, cuando Daniel Petrie, especialista en películas de gran producción con bastante poca enjundia –como “Miss agente especial” o “Mi marciano favorito”- se puso al frente de este film, las expectativas eran bastante negras. Pero cuál no fue mi sorpresa al comprobar que el agudo e incisivo libro en el que se basa el film fustigaba sin piedad muchos de esos tópicos blandengues y lograba una cierta originalidad, eso sí, respetando una serie de parámetros comerciales de este tipo de cine, donde todos son fantásticos, bellos, millonarios y sin caries o halitosis. La historia arranca cuando una periodista se propone realizar un artículo donde explique las maniobras para que un hombre salga huyendo de una relación, pero cuando elije al candidato –un guapísimo y encantador muchaho, como no podía ser de otra forma, ya que ella también lo es…- resulta que él también tiene una apuesta pendiente para enamorar en los mismos 10 días a la chica que se proponga, por difícil que sea. En este enfrentamiento dialéctico se van a provocar las más rocambolescas y –créanme- insólitas situaciones que puedan darse en una relación sentimental, con momentos verdaderamente descacharrantes.
Pero además de la mayor o menor pericia del realizador –que la tiene- para contar ágilmente la historia, y de soportar los comprensibles tópicos de este tipo de filmes, el gran acierto de la productora de la película –que también produjo “Algo para recordar”- ha sido elegir a la pareja protagonista, que independientemente de su belleza y simpatía, sabe explotar la comicidad a la perfección, generándose entre ambos una química realmente idónea para la cinta. Si somos capaces de entrar en el “reino de las fábulas amorosas”, probablemente disfrutaremos con esta película.