Esta película resulta por menos que pintoresca: tanto Renny Harlin –el director y uno de los productores- como Stallone –guionista, también productor y uno de los protagonistas- son actualmente dos “ángeles caídos” de Hollywood, que saborearon el estrellato. Ambos se unieron hace dos años para realizar la que ellos mismos llamaron “película de coches más espectacular de la historia del cine”. Y parte de razón no les falta, pero el problema es que se han quedado ahí, en los coches y las carreras. Rodada por más de medio mundo, y utilizando carreras reales de Fórmula 1, Renny Harlin cuenta la historia de un conductor novato que tiene grandes aptitudes para ganar al campeón del mundo, para lo que el dueño de su escudería hace volver a su antaño gran estrella, ya retirada, para que aconseje al chico.
Hakkinen y Villeneuve han sido asesores en el guión e imágenes para que todo sea lo más real posible, y si al espectador –como me sucede a mí- es aficionado a este deporte, seguro que va a disfrutar de lo lindo: la imparcialidad y objetividad ante un film se borra ante el espectáculo de ver coches corriendo a 300 km/h, pero no es menos cierto que lo que nos ofrece, por muy espectacular que es, queda reducido a una buena retransmisión deportiva de un canal de pago. Los retoques digitales –aproximadamente el 40 % de las carreras, con los sobrecogedores accidentes- le dan una factura impresionante a estas competiciones. Resulta también curioso que este film, que tiene ya dos años, se ha estrenado justo en pleno descubrimiento y fiebre del joven piloto español Fernando Alonso, aprovechando la nueva y renovada afición a este impresionante deporte.
En cuanto al resto, es la clásica historia de enfrentamientos casi adolescentes entre veteranos y jóvenes, como sucedió en otro film de parecidas características, “Dias del trueno” –que promocionaba a Tom Cruise y donde se enamoró de la Kidman- pero de mucha menor efectividad en cuanto a la realización de las carreras de coches, probablemente las mejor filmadas que hayamos visto jamás. Pero la tabla de “salvamento” que tanto Harlin como Stallone creían que iba a ser esta película, se ha hundido para ellos, porque sencillamente, no lo ha supuesto. Pero, sinceramente, si conseguimos disociar la vertiente de entretenimiento más pulsional y primario, de la comprensible necesidad de contar una historia, simplificaremos “Driven” a una serie de grandiosas carreras de Fórmula 1 que en sí mismas, ya justifican su visión en gran pantalla y sonido digital. Eso sí, antes de ir a ver este film, habremos de preguntarnos, como sucede en cierto anuncio…“¿te gusta conducir?”.