Ficha película

Título:
El Monje
Director:
Paul Hunter
Intérpretes:
Chow-Yun Fat, Sean William Scott, Jaime King, Karel Roden, Victoria Smurfit, Marcus J. Pirae, Mako,
Calificación:
Crítica

Al igual que otros géneros, el de la acción parece haber cumplido la mayoría de edad. O por lo menos, ha crecido en los últimos diez años lo que no ha hecho en décadas. La revolución digital, la tecnología, y la inagotable fuente argumental de los cómics –un lenguaje mucho más proclive a la acción frenética cinematográfica que el literario-, le han dotado de un aspecto renovado muy atrayente para el espectador que busca la evasión con un verdadero circo de imágenes que, como pasa en la acrobacias de los trapecistas, se busca el “más difícil todavía” a cada secuencia. El problema surge cuando nos centramos exclusivamente en los efectismos y en la espectacularidad de las imágenes, perdiendo el norte del guión y de la historia: aunque podamos disfrutar –yo, el primero- de unos planos imposibles, de unas evoluciones coreografiadas a la perfección, o de una banda sonora que encaja en las imágenes, si todo ello no tiene una sustentación dramática dentro de un argumento ¿para que sirve? A las dos secuencias, estaremos sin duda aburridos y mirando nuestro reloj, sencillamente para “ver qué es lo que pasa”.
“El monje” –el título original es mucho más significativo, pues su traducción literal es “monje a prueba de balas”- es un cómic que el realizador de Hong Kong John Woo leyó hace años, y ahora lo ha producido, poniendo en manos del novato Paul Hunter los medios para realizar una película de acción con componentes de comedia y al más puro sabor americano. Lamentablemente, el pasado como director de publicidad y videoclips –Marilyn Manson, Jennifer Lopez o Lenny Kravitz- le influye demasiado, y ha preferido dar un recital de peleítas de Kung-fú espectaculares y filtradas por la técnica digital –que ya deberíamos calificarla técnica “Matrix”, por los parecidos…- que contar una historia. El pobre argumento es el de un misterioso monje tibetano que protege a un pergamino mágico capaz de cambiar el destino de la humanidad, y la de un nazi que, ya envejecido, lo busca desesperadamente para volver a conseguir la juventud. Todo ello aderezado por la búsqueda de un nuevo “protector” del pergamino, que no es más que un choricillo que además de mangar carteras en el metro, es operador de un cine cutre de reestreno, en el que aprende Kung-fú viendo películas chinas antiguas. O sea, una especie de libérrimo potaje donde se mezclan las películas de Indiana Jones, una buena dosis de “Matrix” –hay una profecía, un elegido, hay artes marciales, etc.- y la tradición de las películas de Jackie Chan, con la diferencia de que el pasmarote de Sean William Scott –famoso por la abominable “American Pie”- no tiene ni la mitad de gracia que Jackie Chan. Y el resto, son simples parches para justificar los enfrentamientos. El único –y difícilmente comprensible- interés es ver las peleas, si conseguimos soportar el resto de las nada imaginativas payasadas que conforman el pésimo y delirante guión.


Federico Casado Reina



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