Ficha película

Título:
5 hombres para Lucy
Director:
Jon Sherman
Intérpretes:
Monica Potter, Julianne Nicholson, John Hannah, Gael Garcia Bernal, Anthony LaPaglia, Henry Thomas,
Calificación:
Crítica

La búsqueda del amor perfecto, o la ilusión de conseguir la felicidad en las relaciones sentimentales, son temas recurrentes en la última producción a nivel mundial que pretende desenterrar ciertos sentimientos puros con notas de realismo “casi mágico”, donde todavía son posibles los cuentos como los de la “Cenicienta” –vean “Sucedió en Manhattan-, por ejemplo. Ahítos de verdadera basura cinematográfica de fácil orientación emocional, es refrescante ver películas como las que nos ocupan, no ya por las magníficas e inesperadas actuaciones –especialmente brillantes son las de Anthony LaPaglia y la del exniño de “E.T.”, Henry Thomas- sino por la originalidad del desarrollo de un tema harto trillado en todo tipo de expresión artística, ya sea teatral, radiofónica, cinematográfica e incluso pictórica: las citas a ciegas.
Desde que Roxanna se citaba con su enamorado, con la connivencia de Cyrano, o desde que Aristóteles planteaba las sorpresas de los mecenas en los efebos desconocidos, las sorpresas son un componente inherentemente atractivo en la búsqueda de una nueva relación sentimental. El filtro de la sociedad contemporánea occidental, embriagada por la búsqueda de cierta “seguridad” emocional, hace que esas “citas a ciegas” casi sean de antemano fracasos, sencillamente por las expectativas que nos generamos a la hora de comenzar una nueva relación cuando la anterior se ha roto: es precisamente lo que le sucede a Lucy, la protagonista del film, una periodista treintañera que tras su anterior relación, será puesta de nuevo “en el mercado” por su hermana, buscándole cinco candidatos de lo más variopinto para su nueva vida. Una antigua estrella del deporte, un entomólogo divorciado, un empresario triunfador y guaperas, un actor alternativo adicto al sexo y finalmente, un conmovedor joven con demasiadas prisas. La estructura dramática es ciertamente original, sobre todo por el tono de sátira ácida que se aleja notoriamente de las películas “blandengues” a que estamos acostumbrados. Lógicamente, una película con esta orientación tiene un final cerrado y –previsiblemente- feliz, pero que no resulta chirriante, puesto que dentro de la fábula, paradójicamente, existen las dosis justas de “realismo” como para no creer que estemos viendo una película de dibujos animados. Este es el segundo trabajo de este director, que ha sabido manejarse muy bien en la manida estructura de la comedia romántica, añadiendo algo nuevo a lo que ya creíamos de sobra completa y absolutamente trillado. Es como si los Hermanos Grimm hubieran vivido en Manhattan, se hubieran contagiado de la situación, y siguieran diciendo que el amor (¿perfecto?) es aún posible. Y con poco merengue, bonito, pero con poco merengue, que ya es un logro.


Federico Casado Reina



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