La editorial Marvel ya ha logrado tener el mismo éxito en la gran pantalla que con sus míticos cómics: “Daredevil”, “Spiderman” y por supuesto los “X-men” son ya verdaderas figuras del celuloide como en su tiempo lo fueron de las viñetas que ávidamente devorábamos millones de lectores en todo el mundo. A pesar de que en la historia del cine se hayan intentado adaptar infructuosamente numerosos superhéroes de poderes fabulosos –ahí tienen los primeros intentos de “Spiderman”, de verdadera vergüenza…- se ha llegado al punto en que todo depende de quién oriente y dirija el proyecto, y por supuesto, de la prisa y “visión comercial” –lo digo entrecomillado por que hay mucho “listo” que pretende aprovechar el tirón comercial del cómic sin gastarse un euro, y si no miren a Roger Corman con la versión que hizo de “Los cuatro fantásticos”…- que tenga el proyecto: cada vez que un director de gran solidez –como Tim Burton con “Batman”, Richard Donner con “Supermán”, Sam Raimi con “Spiderman” y ahora Bryan Singer con “Xmen”- ha tomado las riendas de uno de estos proyectos, y ha intentado contar la historia de unos personajes, además de los superpoderes que estos tuvieran, el invento ha funcionado, como ha sucedido con el film que nos ocupa, un auténtico y brillante alegato contra el racismo: ahora la acción comienza con grandes revueltas sociales contra los mutantes, y más cuando se produce el ataque al mismísimo presidente de los Estados Unidos a manos de un extraño ser de color azul, cola prensil y capacidad para teletransportarse. Es justo entonces cuando a la escuela del profesor Charles Xavier llega un comando militar dispuesto a acabar con todo mutante sea niño, mujer o anciano, mientras que el peligroso Magneto sigue condenado a su prisión plástica.
Uno de los aciertos del film es que Singer, más preocupado por hacer una película con todo rigor que tener el propio con la presunta “fidelidad” al cómic, ha conseguido una estructura funcional donde se acoplan la acción –con impresionantes efectos especiales que en nada tienen que envidiar a los dibujos-, una notable madeja de sentimientos entre los personajes, y un verdadero “thriller”. Con todo ello, resulta un film que deja con la miel en los labios al espectador y que supera con mucho a la primera parte, ya que cuando termina nos quedamos con más ganas, no ya de saber qué cualidad tiene un determinado mutante, sino qué pasará en sus vidas. Vamos, que queremos más mutantes como estos en el cine.