Los parámetros del mundo del cine están cambiando mucho, y a una velocidad de vértigo. La división de géneros cinematográficos ya casi deja de existir, cuando se aplican los parámetros narrativos y argumentales a un producto, que siendo documental, deja tanto o más impresionado que cualquier ficción posible. Y cuando el talento de un visionario de la talla de Michael Moore está detrás del proyecto, entonces la reflexión alcanza proporciones que dejan empequeñecido cualquier historia que veamos en cualquier película de creación, porque, aunque queramos engañarnos -¡ay!-, la realidad supera cualquier ficción.
El punto de partida del film es un acontecimiento estremecedor que sucedió en el instituto Columbine de Littleton, Colorado, en la que dos adolescentes acribillaron a tiros a sus compañeros para luego terminar suicidándose; de esta forma, la inquieta y creativa curiosidad de Moore va desgranando buena parte de la cultura norteamericana, desentrañando las razones para una exacerbada violencia contenida en la sociedad estadounidense, sublimada por su atracción hacia las armas de fuego. De una forma desapasionadamente inteligente, el realizador esgrime todas las posibles teorías para llegar a una desarmante conclusión en la que el miedo es el principal protagonista. Simplificando todos los factores de la ecuación existencial del americano medio, y desposeyendo de todos los condicionantes estéticos, la cultura del miedo instaurada por los gobiernos, ciertas empresas de armamento y muchos medios de comunicación engullen impasiblemente los caracteres de cada ciudadano, fomentando una paranoia institucionalizada hacia todos los que le rodean.
Además, el director tiene la habilidad de utilizar todos los medios audiovisuales, heredados en gran medida de la televisión, para articular un discurso no exento de ironía y humor, pero comprometido del principio a fin: especialmente estremecedora es la parte en la que entrevista al mismísimo Charlton Heston –presidente de la asociación nacional del rifle-, enfrentándole a la barbarie que supone el uso de armas por niños de 5 años en los colegios. De la misma forma, el documental ha servido para que dos de las víctimas del instituto Columbine consiguieran que unos grandes almacenes dejaran de vender balas de 9mm en sus tiendas.
Si la cultura, y el arte, hacen ver el mundo de una forma diferente, “Bowling for Columbine” es indudablemente una de las más sinceras, desarmantes y directas miradas a la sociedad americana contemporána, a su irreflexión, a su candidez y sobre todo, a su miedo. Michael Moore ha arrasado por todo el mundo –Cannes, Hollywood, Francia- disparando exclusivamente su cámara y demostrando la gran equivocación que puede significar la violencia y el miedo. Una verdadera maravilla.
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