Ficha película

Título:
El Ladrón de Orquídeas
Director:
Spike Jonze
Intérpretes:
Nicolas Cage, Meryl Streep, Chris Cooper, Tilda Swinton, Jay Tavare, Jim Beaver
Calificación:
Crítica

¿Cuál es la diferencia entre contar una historia e intentar apabullar contándola? Muy fácil: la sencillez. Cuando un artista, un autor en definitiva, quiere contar algo, sencillamente –nunca mejor dicho- lo hace, y no usa toda una serie de trucos y resortes artificiales para apabullar al objeto de la comunicación –ya sea un espectador de cine, el lector de una novela, el comprador de una galería de arte o el oyente de un concierto-. Cuando además un realizador y guionista que ha demostrado su arrojo y originalidad comete esta equivocación, resulta aún más irritante: muchos quedamos satisfactoriamente sorprendidos por la frescura de “Cómo ser John Malkovich”, obviando los errores de principiante de un Jonze que realmente aportó algo nuevo a la cinematografía internacional, con un insólito producto que mezclaba muy divertidamente lo real con lo imaginario, lo cotidiano con lo mágico y lo mundano con lo divino; por ello esperábamos con verdadera fruición su siguiente film, que además tenía todos los ingredientes para ser más que interesante. El gran problema ha sido la responsabilidad que el realizador se ha echado sobre las espaldas, intentando convertirse en un nuevo Woody Allen, cosa que no sólo no ha conseguido, sino que además ha cometido el error de creer tan interesante su particular y propio submundo como para encerrarse en el mismo, sin importarle quién pueda o no pueda comprender sus “bromas privadas”.
La historia de un guionista obsesionado con el fracaso, que ha de adaptar un best seller –“El ladrón de Orquídeas”- y de cómo su vida va tomando los derroteros más insospechados sirve al director para intentar desmontar toda la mitología propia del cine, mostrando la trastienda de lo que pudiera ser la fábrica de sueños, que en general, lo único que fabrica son verdaderas pesadillas para los autores que tienen que superarse a sí mismos en cada nueva película.
Al igual que le pasa al personaje protagonista del film, que tiene miedo de no triunfar con su guión, algo parecido que sucede a Spike Jonze, que a base de sumar trucos y efectos presuntamente “cinéfilos” –voz en off con grandes pensamientos, saltos en el tiempo, varias líneas dramáticas, interpretaciones en el límite, pasiones encontradas y demás- termina por aburrir soberanamente, creando una película francamente incomprensible y llena de tópicos, que se repiten hasta lo inimaginable. Toda la presunción “artística” del film llega a resultar tan empalagosa como una ración doble de esa supuesta “cinefilia” que habla con voz impostada y gesto pensativo del significado de la metafísica de las películas de Bergman… cosa de la que, por cierto, no tienen ni repajolera idea. Menos papanatismos y más cine.


Federico Casado Reina



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