Dentro del mundo artístico, pocas mujeres han tenido una vida tan rica y tremenda como Frida Kahlo: esposa del famoso pintor mexicano Diego Rivera, militante comunista, y anfitriona de Leon Trotsky en su exilio de la Rusia comunista, luchó por sus ideales y su forma de vida hasta su muerte, demostrando a todos su especial y atormentada visión del arte. Las atormentadas visiones de la fidelidad, la enfermedad, o el dolor –recordemos el accidente que tuvo, que casi la dejó paralítica, además de su preciaria salud debido a la bebida y el tabaco…- originaron una expresión pictórica inigualable, que bebía directamente de la tradición azteca –incluidos ciertos jeroglíficos-, así como el estilo “naif”. Basándose en el libro escrito por Hayden Herrera sobre la biografía de este personaje, la relativamente inexperta Julie Taymor –aunque ya dirigiera a Anthony Hopkins en la no estrenada en España “Titus”, basada en una obra de Shakespeare- no logra crear una unidad narrativa compacta, siendo desigual el tono de todo el film. Desaprovechando algunas alegorías visuales que se mezclan con las imágenes reales y los cuadros de Kahlo –algunos en el límite del surrealismo, propio de principios del siglo XX-, el film tiene momentos verdaderamente emocionantes, pero que se deben en la mayoría de los casos a las soberbias interpretaciones de todo el reparto, donde brillan por derecho propio la productora y máxima alma de todo este proyecto, Salma Hayek –que por cierto, por mucho que se ha intentado “afear” para parecerse al personaje, sigue siendo todo un bellezón- y su réplica masculina, el británico de origen hispano Alfred Molina, verdaderamente grandioso. Las colaboraciones de lujo en la interpretación –entre las que vemos a Ashley Judd, Antonio Banderas, Geoffrey Rush, o el propio novio de Salma Hayek, Edward Norton- son otro elemento importante de la cinta, que le dota de un gran empaque.
Todo el barroquismo de la diva de la pintura mexicana se ha traducido en una cuidada factura –con una fotografía impresionante (e impresionista, a veces) y una banda sonora memorable de Goldenthal- y una dirección artística fastuosa. El gran problema de la película, es que a esta directora le ha ido un poco grande el proyecto, dejando el film en un metraje excesivo, descentrando la atención en varios momentos innecesarios, y haciendo que el ritmo general del film decaiga hacia el final del nudo argumental central. No obstante, es una película verdaderamente apasionante, con hallazgos visuales novedosos –que nacen precisamente de la iconografía de Frida Kahlo- y con una Salma Hayek que ha demostrado con creces su visión comercial en este proyecto –arrebatándoselo a otra “leona” hispana de gran perspectiva como Jennifer Lopez- y su gran calidad actoral, más allá de su voluptuoso físico.