Ficha película

Título:
Oscura Seducción
Director:
Jez Butterworth
Intérpretes:
Nicole Kidman, Ben Chaplin, Mathieu Kassovitz, Vincent Cassel, Kate Lynn Evans, Stephen Mangan
Calificación:
Crítica

No podemos dudar de la influencia de la tecnología en la vida humana. Pero durante muchos siglos, aunque se hubiera avanzado en los coches, las fábricas, la química, o la economía, no se han producido revoluciones sociales tan importantes como las de los últimos tiempos. Una sociedad laboralmente asfixiante, unas tecnologías de comunicación que llegan hasta los propios dormitorios de los ciudadanos, y una enquilosada y viciada manera de relacionarse para conocer una pareja sexual –cuando no sentimental- han hecho proliferar no solo agencias matrimoniales, sino también millones de páginas web, catálogos y guías donde los hombres de los países económicamente boyantes pueden elegir a novias por correspondencia de nacionalidades no tan bien conservadas en su modo de vida. En ese punto, el film tiene su originalidad y juega con todas las leyendas que existen en internet y que todos hemos oido: novios por correspondencia, distancias salvadas, sopresas en los encuentros y tragedias que destrozan la vida de mucha gente. Ese es precisamente el planteamiento del film, la historia de un gris empleado de banca, que sueña con conocer a su princesa mágica a través de una web rusa. Y cuando todo parece ir de mil maravillas tras el encuentro y las distancias idiomáticas, la preciosa rusa –una Nicole Kidman morena de lo más turbadora- empieza a ofrecer sorpresas cada vez más desagradables al pobre banquero, casi onvirtiéndose en una de esas muñecas rusas que dentro tienen otra muñeca, y dentro otra, y dentro otra…
Argumentalmente, el film se articula con notas de thriller salpicado de comedia, pero llega un momento en que la historia empieza a bifurcarse en varias direcciones y la inexperiencia del director hace que la película se vuelva aburrida, errática, sin saber a qué carta quedarse, desembocando en una resolución un tanto particular, que sin duda hará a más de uno sorprenderse sobremanera. Lamentablemente, en muchos momentos del film se respira una factura puramente televisiva, descorazonando que con tales intérpretes –y no lo digo ya por la divina Nicole, sino por los curtidos y excelentes actores galos Kassovitz y Cassel, a pesar de un blandengue Ben Chaplin- la coralidad del film no consigue crear un núcleo sólido. Quizás lo más interesante de la película –a pesar de su más que cuestionable factura- sea la reflexión sobre el amor, el egoísmo y la entrega. O lo que es lo mismo ¿quién es más ladrón, el ladrón o el ladrón que roba al ladrón? Eso es precisamente lo que plantea el film con no pocos titubeos, catalizándose de manera un tanto deformada una historia de amor que hubiera sido bastante más fácil de contar, incluyendo todas las sorpresas y problemas que pudieran imaginarse, y lo que es mejor, sin “engañar” al espectador con “pistas falsas”, que para un film de este género, es sencillamente la muerte.


Federico Casado Reina



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