Ficha película

Título:
Amén
Director:
Costa-Gavras
Intérpretes:
Ulrich Tukur, Matheiu Kassovitz, Ulrich Mühe, Michel Duchaussoy, Ion Caramitru, Marcel Iures, Friedr
Calificación:
Crítica

Su estreno en la pasada edición del Festival Internacional de Berlin supuso no poca polémica, al tratar un tema peliagudo, que parece tener un origen real: los intentos de un oficial cristiano de la SS para convencer al papa Pío XII de la matanza realizada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Con una recreación histórica francamente conseguida, Costa-Gavras nos sumerge en una barbarie de terror cotidiano tan increíble, que ni siquiera los mismos judíos en el comienzo del exterminio eran capaces de creer lo que estaba sucediendo –cosa que ya se representó en “La lista de Schindler”-.
Este director griego exiliado en Francia ha creado un tipo de cinematografía comprometida políticamente, y ya anteriormente había tocado el tema del nazismo en “La caja de música”, en la que un presunto oficial nazi convertido en entrañablemente viejo y modélico ciudadano norteamericano de origen germano, es acusado de crímenes contra la humanidad, siendo defendido por su hija, que desconoce y evidentemente, no cree en las acusaciones. Ese llamamiento que el realizador plantea en todas y cada una de sus películas contra los atropellos a los derechos humanos, es el que suscribe en su nuevo film, que todavía hace más extremo al mostrar la connivencia del Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial, su no vinculación a la categórica condena contra el régimen de Hitler. Dando un repaso histórico a su filmografía, Costa-Gavras ha utilizado el cine como una permanente revisión de la memoria histórica de la humanidad, con ejemplos como “Z” –sobre el golpe de estado en Grecia-, “La confesión” –mostrando la barbarie de una régimen comunista extremo-, “Desaparecido” –con las desapariciones de los ideológicamente “subversivos” en la dictadura argentina-, para continuar lanzando otro aviso contra el fascismo encastrado en la más inocente y cotidiana realidad norteamericana con “El sendero de la traición”. Todos sus filmes lanzan una irónica mirada sobre la condición humana, y es quizás este último el que logre un mayor sentimiento de desesperanza, mezclando las razones políticas con la justicia misma, haciendo oídos sordos a un problema que si se le presta atención, puede poner en jaque nuestra propia supervivencia. El guión del film es sólido y no deja un respiro en toda su proyección. Especial atención merece la dirección artística, esforzada en mostrar toda la grandeza del Vaticano enfrentada a la austeridad de la maquinaria bélica nazi. Igualmente hay que resaltar los excelentes trabajos de Kassovitz y Tukur –el sacerdote y el nazi arrepentido, respectivamente- que dan vida a esos dos cruzados ignorados que llegarán hasta el final para perseguir la idea que tienen de justicia e ideales. Quizás estemos ante la película más dura de este realizador, porque mientras que en las anteriores había una luz de esperanza, en este film narrado con crudeza y la determinación de un reloj de arena, todo parece indicar que el egoísmo no deja lugar para la bondad. Aunque recientemente hemos visto una verdadera obra maestra de un tema muy parecido con “El pianista” de Polanski, éste también es un film muy válido y a tener en cuenta.


Federico Casado Reina



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