Ficha película

Título:
La señal
Director:
Gore Verbinski
Intérpretes:
Naomi Watts, Martin Henderson, Brian Cox, David Dorfman, Daveigh Chase, Jane Alexander, Lindsay Fros
Calificación:
Crítica

Han sido ya muchas las veces que la industria de Hollywood ha fagocitado las ideas de otros cineastas no-norteamericanos, que ven su gozo en un pozo –nunca mejor dicho en esta ocasión- a la hora de ver estrenadas sus películas en las pantallas estadounidenses. Las leoninas medidas de “protección” –aunque mejor dicho sería de “profilaxis”- del cine USA impide no sólo que no se doblen las películas –al contrario de lo que sucede en nuestro país- sino que encima, no se alcancen los circuitos comerciales convencionales, so pena de que una empresa de distribución norteamericana sea la que haga el trabajo. Por ello surgen los “remakes” –es decir, la vuelta a hacer de la película- de imaginativos títulos que, según los enteradísimos ejecutivos de las multinacionales, han de ser “traducidos” al llamado “american way of life”. De esta forma, los patrones de originalidad y frescura no son trastocados, al ser únicamente la “versión americana” la que llegue a los últimos consumidores.
Si Stephen King es el autor norteamericano de terror más conocido, Kôji Suzuki es el japonés: su imaginativa, claustrofóbica y enervante visión del terror originó un día una película “Ringu” –basada en varias de sus novelas- donde se hablaba de una especie de leyenda urbana, donde una cinta de vídeo clandestina provocaba la muerte a todos los que la veían después de siete dias inexorablemente. Con dicho planteamiento, nace la versión norteamericana, que añade notas visuales interesantes –especialmente lúcidas las imágenes, que beben del más puro surrealismo de Buñuel y Dalí- y algunas propuestas argumentales algo chirriantes. La siempre estimulante presencia de Naomi –“Mulholland Drive”- Watts es otro elemento a tener en cuenta, pero lamentablemente, toda la asfixiante atmósfera, toda la sensación permanente de intranquilidad se pierde en esta nueva versión.
Los amantes del cine terrorífico disfrutarán sin duda de dos o tres momentos muy acertados, pero en el cómputo general, se comete el mismo error que en el grueso de producción norteamericano del género terrorífico en los últimos tiempos: que se ve lo que no se tiene que ver. Al igual que el poeta dijo que los mejores besos “eran los que no se han dado”, en el terror cinematográfico sucede exactamente igual: lo que más miedo nos da no es lo que vemos, sino aquello que no vemos, aquello que imaginamos que viene, pero que no atinamos a adivinar bien de qué se trata. El arma más fuerte, al igual que el mejor efecto especial, es la imaginación. Y cuando se toma al espectador como demasiado cándido, o sin demasiadas ganas para pensar, se está olvidando esa parte fundamental del mensaje que se quiera transmitir y que, como dijo Rosseau: “es mitad del que lo emite, y mitad del que lo recibe”.


Federico Casado Reina



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