Ficha película

Título:
El pianista
Director:
Roman Polanski
Intérpretes:
Adrien Brody, Daniel Caltagirone, Thomas Kretschmann, Frank Finlay, Maureen Lipman, Emilia Fox, Ed S
Calificación:
Crítica

El embite al que se enfrentaba Polanski no era fácil: hacer otra película sobre el holocausto judío a manos de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Por un lado la excelente “La lista de Schindler” había dejado el listón muy alto. Por el otro, Roman Polanski vivió en su propia piel aquella dramática página de la historia, ya que fue uno de los niños que escapó de los campos de exterminio nazis. Ante tal tesitura, la valentía del realizador de origen polaco ha sido admirable, no ya por haberse enfrentado a sus propios fantasmas –algo realmente tremebundo- sino por no recurrir a ningún truco estilístico del cine –ni cámara lenta, ni blanco y negro, ni planos detalle…- para mostrar la capacidad de maldad y barbarie del ser humano, que parece no tener límites, por mucho que pueda imaginarse. Conseguir templarse a sí mismo, y mostrar con un ojo frío y a la vez impasible todo ese horrible drama no es tarea fácil, pero Polanski lo ha conseguido con creces. En muchas ocasiones, hay tal violencia en el film –no ya visual, sino intrínseca a las situaciones de los personajes- que la incomodidad es total, casi temiendo lo que va a pasar a continuación y que en muchos casos, es incluso peor de lo que pudiéramos haber imaginado.
El film se basa en un libro autobiográfico del pianista polaco Wladyslaw Szpilman, que logró escapar del campo de trabajo de Varsovia y fue escondido por la resistencia polaca durante la ocupación nazi. Desde el arranque del film vemos cómo la Guerra y la invasión alemana va cercenando, como si de una hábil, sutil y muy cruel sierra se tratase, las vidas de las familias judías, haciéndolas caer cada vez más bajo, en una especie de hipnosis colectiva de humillación progresiva, que puede terminar aleatoriamente con la degradación, la deshonra, la burla o incluso la muerte. Esa vertiente es utilizada por el realizador por mostrar las que ya sean probablemente las imágenes más crueles jamás vistas sobre este vergonzoso acontecimiento histórico, sin quitar ni un ápice de culpa a ningún culpable –incluyendo a muchos negociantes que se aprovecharon de las circunstancias para sacar su propio beneficio-. Los giros argumentales del film además van desgranando la personalidad inquebrantable del protagonista, que sobrevive a pesar de todo y en las situaciones más extremas, en una memorable interpretación de Adrien Brody, al que ya vimos en “Las Flores de Harrison” o en “Pan y rosas” de Ken Loach. Las referencias en la segunda parte del film a “El quimérico inquilino” o incluso a la claustrofobia de “La semilla del diablo” refuerzan el mensaje de la película, que lanzado sin febrilidad alguna, se transmite a cada uno de los fotogramas sencillamente, por la impasible muestra de lo que fue el exterminio judío a manos de las hordas hitlerianas. Una soberbia cinta, llena de humanidad y que invita a la reflexión de la forma más inteligente que un director puede hacer: mostrando las cosas sin febrilidad alguna –y repito, en un ejercicio encomiable para alguien que vivió en sus propias carnes los acontecimientos-. Chapeau.


Federico Casado Reina



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