Es una obra que todos –o casi todos- ya hemos leído e incluso vista adaptada en cine, teatro y televisión. Incluso me arriesgaría a decir que muchas escuelas la tienen como libro obligatorio en la formación de sus alumnos, una medida, por cierto, bastante recomendable, ya que tanto este libro como cualquiera de los de Alejandro Dumas o Cervantes definen perfectamente los parámetros de las más apasionantes aventuras, disparando la imaginación de todos aquellos que los leen. Con la monumental crisis que actualmente tiene la Disney, están apuntando literalmente a todo lo que se mueve. Ni su producción adulta –con fracasos como “Pearl Harbor”-, ni su producción de animación –recordemos la fria acogida de sus dos últimos trabajos tanto por parte de los niños como de los adultos, con “El emperador y sus locuras” y “Atlantis”- consiguen conectar con el gran público. Seguramente la culpa la tengan los sesudos ejecutivos de ventas que se han empeñado en mantener una carrera comercial con todos los demás estudios de animación norteamericanos, intentando generar un producto Disney por año, y esa ha sido la causa de su declive: “AntZ”, “Shrek” o “La edad del hielo” y otras películas más son producto de años de trabajo y dedicación, amén de unas vanguardistas técnicas de animación, todo ello meditado y pesado casi con cuidados artesanales y por eso, funcionan. Es la misma fórmula que antes tenía Disney y que ahora, al querer hacer de forma industrial, le ha costado su puesto de estudio señero en la animación. Incluso la franquicia de “Toy Story” puede írsele de las manos, por una desavenencia con Pixar, de forma que la única fuente estable de ingresos de esta productora son los parques de atracciones.
Con este sombrío panorama, Disney ha batido todas sus mejores armas, poniendo al frente del proyecto a John Musker y Ron Clements, autores de éxitos como “La sirenita”, “Aladdin” o “Hércules”… pero nuevamente han vuelto a fallar. En vez de hacer una pelicula para niños con ciertos elementos adultos, han intentado subir la mayoría de edad del público –como ya hizo la Fox con “Titan A.E.”, provocando una ruinosa recaudación que le costó cerrar su división de animación- realizando un film más orientado a los adolescentes –con claras referencias estéticas, como los monopatines voladores, en plan deporte extremo- con algunas concesiones a los más pequeños. ¿El resultado? Exactamente el mismo de “Atlantis”, un film híbrido, con algunas secuencias acertadas, bien planificadas y dibujadas, pero que no termina de encandilar, como John Silver “El largo” a Jim Hawkins. Porque trasladar al futuro un clásico de aventuras no es suficiente.