Ficha película

Título:
El crimen del padre Amaro
Director:
Carlos Carrera
Intérpretes:
Gael García Bernal, Ana Claudia Talancón, Sancho Gracia, Angélica Aragón, Luisa Huertas, Ernesto Góm
Calificación:
Crítica

Generando una notable controversia, finalmente se ha estrenado un film originariamente mexicano –aunque de multicoproducción internacional- en nuestro pais que ha cosechado grandes éxitos en toda latinoamérica, y que incluso ha sido elegido por la cinematografía azteca para llegar a los Oscar de Hollywood. Basada en una novela portuguesa del siglo XIX, cuenta la historia de un joven sacerdote que recién llegado a un remoto pueblecito, va descubriendo toda clase de corruptelas políticas, sociales, emocionales y sexuales en las que están implicados todos los poderes fácticos del lugar, clero incluído. Con no poco tacto, el director intenta arrojar una mirada lo más fria posible sobre los hechos, añadiéndoles de vez en cuando algunas notas de humor que ayudan a suavizar algunos momentos que pudieran resultar controvertidos.
Pero el film va mucho más allá de una crítica institucional y habla de manera mucho más cercana de la fidelidad a uno mismo, del egoísmo, la maldad y la capacidad para pasar por encima de cualquier cosa con tal de conseguir unos determinados objetivos. La provocación, con la que tan bien juega Carlos Carrera en todo momento, llega a ser tan sublimemente retratada –en una recíproca seducción entre varios personajes, y más concretamente centrados en el padre Amaro y la “niña Amelia”- que roza momentos verdaderamente poéticos, ribeteados de un hálito de lumpen que “humaniza” sin duda los personajes y las situaciones, haciéndolas encarnecidamente mundanas y carnales. Uno de los elementos indudablemente rompedores en el film son las excelentes interpretaciones donde destacan una joven y sensualmente aniñada Ana Claudia Talancón, y sobre todo, el duelo entre Gael García Bernal –cada vez más maduro y encajado en sus trabajos- y el otoñal Sancho Gracia, que ha ganado una sobresaliente presencia en cámara con el paso de los años. Si a todo este cócktail le añadimos narcotraficantes, revolucionarios, políticos corruptos y los deseos de medrar de más de un oficiado y un seglar, tenemos un mosaico verdaderamente rico de personajes que casi siempre están en el límite, todos ellos manteniendo un comportamiento presuntamente impecables, pero obligados más que por ellos mismos, por la sociedad circundante, a ejercer el mal para poder sobrevivir. A pesar de todo, en esta negra, negrísima visión hay un destello de esperanza, un hilillo de humanidad que pervive dentro de todos los personajes, y que quizás algún día puedan salir de la cotidiana corrupción de la forma más inesperada. A nivel de dirección, el guión pierde algo de fuelle al final del segundo acto, con una cierta indecisión dramática que lastra momentáneamente el ritmo del film, aunque posteriormente se recupera. El empleo de una banda sonora bastante “mística”, compuesta por salmos cantados –algunos en el límite del ridículo, como los que hace un personaje- y temas clásicos, le dotan de una elegancia decadente francamente encomiable.


Federico Casado Reina



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