Ficha película

Título:
Torrente 2: Misión en Marbella
Director:
Santiago Segura
Intérpretes:
Santiago Segura, Gabino Diego, José Luis Moreno, Tony Leblanc, Inés Sastre, Eloi Yebra.
Calificación:
Crítica

La inclasificable personalidad de Santiago Segura se traslada sin duda a su segunda película: por un lado se supone que es el más moderno de los más modernos, amiguete -termino muy utilizado por él- de todos los más populares de la farándula y el espectáculo -desde Javier Bardem a Javier Sardá, por poner las dos notas del escalafón-; por el otro, se regodea de un sentimiento “cañí” que, supuestamente, debería estar en nuestro cine, frente al “mundo perfecto” que nos venden los americanos.... ¿y en qué queda todo esto? Pues en un film hecho para contentar a todos, y dar al público precisamente lo que espera del ínclito personaje: desmadre y más desmadre.

Si en la primera parte José Luis Torrente, un expolicía, gordo, casposo, fascista y del Atlético de Madrid se enfrentaba a una mafia de traficantes de droga, ahora la cosa se magnifica, y Torrente, por los avatares del destino, se convierte en una especie de James Bond a lo cutre -con unos créditos iniciales que ya los quisiera Maurice Binder, eso sí- que ha de impedir la destrucción de Marbella a manos de un traficante de armas psicópata. En su devenir, se cruzará con su tio, gemelo de su padre, que es el propietario de un club de alterne.

Aunque seamos cómplices de las supuestas “gracias” que ha de hacernos Segura -y que siendo honestas, aparecen salpicadas unas cuantas veces a lo largo del film, pero no son la tónica habitual, desde luego-, el problema es que todo va ya forzado, desde la sobreactuación insoportable de José Luis Moreno, hasta la participación de Arturo Walls -“Caiga quien Caiga”-, Esther Cañadas -la modelo-, Pepe Navarro -el presentador-, Inés Sastres -otra modelo-... todos ellos figurantes de lujo y excepción porque sencillamente “queda bien”. Como maniobra publicitaria, ha sido todo un éxito, ya que está recaudando ingentes cantidades de dinero, y bien pensado, si se lo va a llevar una cutre-película norteamericana, mejor que se lo lleve una cutre-película española. Aún así, queda por hacerse la reflexión: ¿es Santiago Segura posmoderno o casposo? ¿Ha llegado a entender tan bien a la psicología del espectador medio español como para replicar su éxito? ¿Dónde está la frontera entre el cómplice y divertido mal gusto y las cosas sencillamente mal hechas? ¿Acaso existe esa frontera, a tenero del clamoroso éxito que el público le otorga a este icono popular de orondas curvas y lacia cabellera trasera? La respuesta, quizás podamos verla en la tercera parte de las aventuras de Torrente. Una t que ya casi significa en este país más que la de terminator.


Federico Casado Reina



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